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martes, 23 de septiembre de 2025

Menos es más (IV): Caminar es muy sano

Por Jorge

La sociedad dejó de caminar, o lo hace menos. Eso me parece, pero quizás esté equivocado. Pondré un sencillo ejemplo de lo que veo a mi alrededor para ilustrarlo, aunque repito, puede ser que mi caso sea aislado… pero me temo que no.

Los autobuses escolares son una gran ayuda para muchas familias que viven lejos de los centros educativos. Comprendo que quienes se tienen que desplazar de un municipio a otro para ir al colegio o el instituto hagan uso de este servicio, o incluso cuando dentro de una misma ciudad o pueblo, se tengan que desplazar de una punta a la otra de esa localidad. Ahora bien, ¿qué entendemos por lejos?

Aprovechar esos autobuses cuando apenas se encuentra el colegio a un kilómetro (o dos a lo sumo), y se dispone de aceras, semáforos y todas las medidas adecuadas para ir caminando, me parece un error, porque se está “acomodando” a esos jóvenes a una vida que ya de por sí es suficientemente sedentaria. Por supuesto, cuando me refiero a esos autobuses también incluyo el “servicio de taxi” que ejercen madres/padres con su vehículo privado (incluso en aquellos sitios donde funciona perfectamente el transporte público, por cierto), dejando y recogiendo a sus hijos en la misma puerta de colegios, academias, polideportivos y demás lugares a los que se tengan que desplazar.

Supongo que no debería hacer falta escribir aquí cuales son los beneficios de caminar, pero por si alguien los olvidó, además de los relativos al ámbito físico (control de peso, prevención de enfermedades, mejora de la salud cardiovascular, etc.), también los tenemos relacionados con la salud mental mejorando el estado de ánimo y la función cognitiva, por no hablar de la ayuda a la socialización que implica caminar por la calle con amigos y junto al resto de la gente.

Muchos padres o madres ejercen de “taxistas” también porque sus hijos están saturados de actividades extraescolares (recuerden, tal vez menos es más), movidos por una comodidad mal entendida (a mi juicio), y también por un exceso de control/preocupación, que hace que no se les deje caminar a su aire, actividad más que saludable, repito, física, mental y socialmente.

Disculpen que haga aquí un inciso sobre la saturación de actividades, que a lo mejor habría que preguntarse si no es que la educación está tan mal gestionada, que hace necesario añadir multitud de actividades como idiomas, deportes, música y otras artes, a lo que sumar clases de refuerzo, porque el currículo académico y su desarrollo es lamentable. Que si todas (o la mayoría) de las familias consideran que el inglés, el deporte, la música, etc. son actividades fundamentales para el futuro de sus hijos, ¿por que no se les da más tiempo y valor durante la educación obligatoria? Por ejemplo, si el inglés se estudiara bien, con rigor, tiempo y exigencia durante la etapa escolar, a lo mejor luego no sería tan necesario acudir a una academia más que en casos puntuales.

Volviendo a la reflexión que se hizo este mes de septiembre sobre el menos es más, cierro haciendo hincapié que a lo mejor no es necesario entrenar tanto ni jugar tantos partidos, que se debe jugar en la calle, y que no hay necesidad de ir corriendo de una actividad a otra, que no pasa nada por caminar, y hasta podemos aburrirnos en algunos tiempos muertos, que divagar también es muy sano.

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