Por Jorge
Todavía me sorprendo cuando veo jugadores que llevan años jugando y todavía tienen dudas o ni siquiera saben distinguir cual es la diferencia entre aciertos y errores, en la toma de decisiones y en el resultado final.
Los entrenadores tenemos que enseñar a los chavales desde muy temprana edad a saber diferenciar lo que es una equivocación a la hora de tomar una decisión, y el acierto que se pueda tener en el resultado de esa decisión. Y viceversa claro, cuando se toma una buena decisión pero el resultado no es el deseado.
Ejemplos sencillos que pueden aclarar esta cuestión:
Situación del juego en la que se circula bien el balón, y al final un jugador decide hacer un tiro desde una buena posición, sin forzar el lanzamiento, con buena mecánica, habiendo rebote, etc. Esto sería lo que comúnmente se llama en baloncesto una buena selección de tiro.
¿Qué puede suceder cuando se hace un tiro en esas circunstancias? Se puede anotar o se puede fallar.
Cuando se anota, estamos ante una acción perfecta. Buena decisión, buena ejecución, y acierto. Cuando se falla, se cumple las dos primeras cosas, buena decisión y ejecución, pero se yerra en la tercera.
Veamos el caso opuesto. Jugador que juega uno contra cinco, haciendo un tiro forzado con dos defensores encima y sin ningún tipo de criterio colectivo del juego. Al final se consigue anotar, y la reacción generalizada es de halago y alegría por parte de público y compañeros porque ha sido un canastón.
El entrenador debe hacer entender en el último ejemplo a ese jugador y al resto del equipo que esa ha sido una decisión equivocada y que no ha estado bien jugado.
Para que un equipo funcione todos tienen que tener claro que está bien jugado y que no lo está, es decir, cuales son las buenas decisiones que convienen al equipo y cuales no. Cuando los jugadores son jóvenes, muchas veces no saben distinguir una cosa de la otra, y hay que reforzar las decisiones acertadas aunque el resultado no sea el adecuado porque a la larga, si los jugadores toman buenas decisiones el resultado llegará.
viernes, 23 de septiembre de 2011
Entrenadores: diferenciar entre aciertos y errores de decisión y de resultado
viernes, 16 de septiembre de 2011
Historias de un entrenador de formación (5): jugar enfadado
Por Jorge
Como entrenador tengo que confesar que hay dos cosas, si me dáis algo de tiempo seguro que saco unas cuantas más, que me revientan. La falta de ánimo en un equipo, en un banquillo. Y ver a jugadores que tienen un fallo y sigue jugando acordándose de ese error.
Sobre lo primero en ocasiones me ha tocado formar parte de banquillos que durante los partidos es tal el ánimo que tienen y que sobre todo transmiten a sus compañeros, que la verdad, he visto más alegría en algunos cementerios. Pero bueno, dejemos eso para otra ocasión.
Centrándome en lo segundo, no sé como demonios solucionar esos casos, porque por más ánimo y confianza que dé a esos chavales, no dejan de lamentarse, y uno se descorazona viendo esas caras de pena, de lamento, e incluso de enfado consigo mismos y con el mundo.
A nadie le gusta equivocarse. A nadie le gusta errar un pase, o fallar un tiro cómodo que habitualmente anota. Pero esos errores y otros muchos son habituales en cualquier entrenamiento o partido.
Recordar los errores es bueno para corregirlos en próximos entrenamientos y partidos, para analizar porqué se produjeron, y conocer que soluciones podrán aplicarse, pero eso tiene que hacerse en la tranquilidad del banquillo, sin el balón en juego, durante un tiempo muerto, en los entrenamientos posteriores al partido, pero jamás mientras se está jugando, así que no tiene sentido seguir pensando en ellos.
En una entrevista a Sergio Llull publicada hace un tiempo en “El País”, a la pregunta de si su padre le regaña alguna vez, éste responde: “Me regaña cuando me enfado con los árbitros, cuando juego enfadado por malas decisiones mías, por perder un par de balones... Cuando juego enfadado, me regaña.”
La entrevista no recogía el motivo por el que el padre le regañaba por jugar enfadado, pero no me extrañaría que la justificación tuviera que ver con lo que estoy contando aquí.
Como entrenador de formación estoy cansado de ver al chaval que falla un tiro y vuelve a la defensa dando bandazos con la cabeza, lamentándose y lo que es peor, pensando en ese error, cuando el partido continúa, de manera que su “cuerpo” sigue jugando pero su mente está en ese fallo, y no en el juego presente. Resumiendo pierde la concentración, y sus gestos no animan precisamente al resto del equipo.
Así pasa que luego tampoco la defensa es buena, y lo más probable será que a un error le siga otro error. Y si esta dinámica se mantiene algunos minutos, ya ni te digo lo que eso va a suponer para el equipo.
Ya el colmo de esta situación se produce cuando el chico/a no sabe reconocer un error-acierto de resultado o de decisión. Por supuesto me refiero a chavales que llevan tiempo jugando, no a niños que están empezando. Es decir, acciones cuya decisión fue acertada pero cuyo resultado no fue bueno provocan malestar mientras que decisiones equivocadas (tirársela con tres tíos encima) que acaban con un acierto de resultado (canasta) pasan por buenas acciones. Da igual que te desgañites tratando de hacerles entender la diferencia, pues algunos erre que erre no lo quieren entender.
A veces pienso que esos enfados están detrás de esos padres exigentes, todos conocemos algunos casos, que no saben distinguir el baloncesto de formación del profesional de tal manera que los jóvenes se pasan el partido estando pendientes de ellos, y si lo hacen bien o mal, luego reciben una charla de padre y muy señor mío cuando llegan a casa… cuando muchos de esos padres en ocasiones no saben muy bien donde tienen la mano derecha.
También es verdad que hay jóvenes deportistas demasiado perfeccionistas que no necesitan de padres exigentes, y que pese a estar jugando bien y aportando todo tipo de acciones positivas para su equipo, de repente un error empaña para ellos todo lo hecho hasta entonces, de manera que todo lo bueno que hayan hecho parece que deja de existir, cuando eso no es así.
Si algunos de los chicos/as que tengo la suerte de entrenar leéis estas líneas, por lo que más queráis, cuando falléis un tiro o cometáis un error, paciencia. No pasa nada, aprender del error, pero seguir jugando. El juego sigue, y hay que pensar en la siguiente acción sin acordarse de lo anterior, porque lo anterior ya no sirve de nada. Ya habrá tiempo de recordar errores en futuros entrenamientos, para corregirlos y que no se vuelvan a producir. Pero la concentración debe mantenerse si no se quiere tener un fallo detrás de otro.
Y si algún entrenador, que tiene que lidiar con este mismo problema me lee, sólo puedo hacerle algunas recomendaciones para que no se suba por las paredes cada vez que alguno de sus chicos/as se esté acordando de un fallo: mirar para otro lado, exigir que mantengan la concentración, dejarles bien claro la diferencia entre una buena-mala decisión y el acierto-desacierto del resultado posterior, y sobre todo animar, no queda otra.
martes, 6 de septiembre de 2011
Frases de Baloncesto (11): Juan Carlos Navarro
Por Jorge
Leo una entrevista a Juan Carlos Navarro, el genial jugador del Barça y de la Selección Española, en la edición digital de "El País" del pasado 3 de septiembre. Rescato varias respuestas interesantes para quienes disfrutamos de este juego. Las dos primeras tienen que ver con su tiro.
A la pregunta de si tuvo algún problema con sus entrenadores cuando era un chaval por el hecho de tener una mecánica de tiro "particular", o si sucumbieron a su acierto, responde: "No, la verdad es que no he tenido ningún problema con eso. He tenido suerte con los entrenadores, que han confiado mucho en mí, aunque la mecánica no sea la idónea."
Y acerca de como afronta cada tiro que hace:"Cuando tiro, no tiro y ya está, sino que pienso que la voy a meter. Esa es la mentalidad. Si en algún momento no tiro, es porque no lo veo claro."
La verdad es que un servidor no tiene tampoco una mecánica muy ortodoxa, pero como suelo decirle a los chavales que entreno, cuando tiro le pelota acaba dentro (lo siento, no está bien que lo diga, pero la verdad es que suele ser así), y a fin de cuentas eso es lo que suele importar. Esta claro que una buena mecánica de tiro ayuda a meter, pero cuando uno va un poco por libre, corregir la mecánica es casi imposible porque requiere mucho, mucho tiempo. Si el tiro es rápido, no se baja el balón, se tira desde arriba, y se termina con buen gesto de muñeca, lo demás son milongas. Así que me identifico completamente con sus palabras, y animo a todos los chavales que se apliquen el consejo de "la bomba" en lo que se refiere a la mentalidad.
Aquí tenéis su rutina en el calentamiento de un partido. Mientras el resto de compañeros ya está estirando, el mete algún que otro triple, y luego ya sí, a estirar:
Otro internauta le pregunta si ha visto el estupendo documental "Once Brothers", totalmente recomendable, que narra la relación entre Divac y Petrovic a raíz de la guerra de los Balcanes. Además de reconocer que lo ha visto comenta:"Fueron otras épocas, pero esta gente amaba el baloncesto de forma brutal. Quizá no a ese nivel, pero esa es la mentalidad que tiene que tener cualquier jugador que le guste este deporte."
Para aquellos que entrenan, para aquellos que van a jugar, es difícil disfrutar y mejorar si lo haces por obligación, sin la motivación adecuada, es decir, sin amar el baloncesto. ¿Cuántos tiros habrá hecho Navarro en su vida? ¿Podría haberlos hecho sin amar este juego?
Quien quiera puede consultar la entrevista completa a este genial jugador que nos ha hecho disfrutar un día sí, y otro también, y del que esperamos seguir disfrutando con su juego por mucho tiempo. Muchas gracias.