La temporada no empezó muy bien para Lakers, pero después de un mes de competición, el balance global en los primeros 15 partidos está bien (9-7), en puestos de play-in, aunque lejos de la mejor versión posible si se quiere aspirar a grandes cotas. El punto de inflexión hasta el momento estuvo en la salida de Austin Reaves del quinteto titular para reforzar el banquillo angelino.
- Lo mejor: Cam Reddish y Christian Wood
Invictos en el In-Season Tournament (4-0)
- Lo peor:
Las lesiones que dejan inédito a Jarred Vanderbilt y casi a Gay Vincent
El exceso de minutos de juego de LeBron James
Inicio titubeante
El curso comenzó perdiendo (119-107) en la cancha de los actuales campeones, Denver Nuggets. Y la situación no mejoró en los siguientes partidos. La primera victoria fue contra Phoenix Suns (100-95), pero remontando en el último cuarto (28-11) con una gran actuación de la pareja James-Anthony Davis.
Luego de un par de victorias “por los pelos”, llegó una mini-gira fuera del Crypto Arena, con dos derrotas sonrojantes en Orlando (120-101) y Houston (128-94), más otra por la mínima en Miami (108-107).
Y, entonces, en Phoenix, Darvin Ham decidió sacar a Reaves del quinteto titular y colocar en su lugar a Reddish (curiosamente después de haber fallado el triple para ganar en Miami), y desde entonces el balance pasó del 4-4 inicial a un 6-2.
Reforzando el banquillo con Reaves, este equilibró quintetos y mantuvo su anotación pero con mejores porcentajes, permitiendo a su vez el crecimiento de Reddish.
Reddish y Wood
Reddish apenas demostró nada en pretemporada y en los primeros partidos de curso. Demasiado fallón, sin embargo, el movimiento de su entrenador colocándole entre los titulares parece que le insufló una confianza que tradujo en más acierto exterior, e incluso en un trabajo defensivo que pocos pensábamos que podía hacer.
Wood si fue desde el principio una gran combinación con Davis, aportando tiro exterior y jugando de cara, frente al juego más interior de la “ceja” (el mejor de la liga al poste bajo hasta ahora). Y también sorprendiendo por su ayuda en tareas defensivas complementando al mejor taponador de la liga (3 por partido).
Lesiones
Como en cualquier equipo, esta es la peor parte siempre, y Davis y LeBron ya dieron sus pequeños sustos que por suerte sólo les dejaron sin jugar sendos partidos.
La peor parte en este apartado se la lleva Vanderbilt, que el curso pasado fue manija clave en el armazón defensivo del equipo, y que de momento no debutó por problemas en uno de sus talones. Y también Vincent (sólo jugó 4 partidos), que a priori, no parece relevante, pero que puede ser importante en la intendencia del equipo y anotando desde fuera.
Ahora, el último en caer en la lista de lesionados fue el mencionado Reddish con un problema muscular, que no parece grave, pero que ahora que estaba en buen momento, veremos cómo le afecta a su vuelta.
In-Season Tournament
Buena parte de esas victorias con ese cambio en la alineación inicial se produjeron en el nuevo torneo, y si bien los rivales salvo los Suns, no están a estas alturas a gran nivel, fueron con mucha solvencia, y sobre todo con un punto de concentración y esfuerzo que demuestran que parece que hay ciertas ganas por llegar lejos en esta nueva competición.
El récord de 4-0 garantiza tener ventaja cancha para disputar el partido de cuartos y así tener más opciones de acudir a Las Vegas a jugar la “final four”.
El minutaje de LeBron
En el primer partido de la temporada, los 29 minutos de LeBron hacían presagiar que, por fin, este curso sería el de su “dosificación”, pero desde entonces, su media es de 34 por partido, pese a los 24 de la última victoria contra Utah. Lo cual quiere decir que en otras veces jugó mucho, me atrevería a decir que demasiado. Ojo, que por ahora está en una media de minutos que está entre las menores de toda su carrera, pero no olvidemos que está a punto de cumplir 39 años, y lleva sobre sus espaldas (y sobre todo sobre sus piernas) muchísimos partidos de máxima exigencia.
Hace bastante tiempo que se espera el descenso en su rendimiento, y hay que reconocer que como el buen vino, cuantos más años parece que está mejor, pero lo cierto es que arriesgarse a que no llegue en las mejores condiciones en los momentos realmente importantes, no ya de la temporada, sino de cada partido, puede ser un problema para Lakers.
Incluso a veces ese exceso de minutos no tiene sentido, como en la última derrota frente a Sacramento. Con 24 abajo en el último cuarto (80-104), y viniendo de jugar el día anterior, el propio James y Davis jugaron a tope ese periodo buscando una remontada que no se produjo. Y lo mismo ocurrió en la última derrota contra Dallas cuando se entró al último cuarto 20 abajo (71-91) y aunque se dio la vuelta al marcador, al final los Mavs ganaron el partido. ¿Era necesario que jugase esos 12 minutos? Por cierto, que se llevó un golpe en la rodilla izquierda forzando en una situación que a lo mejor no se necesitaba mirando a largo plazo.
La razón de que siga jugando más de lo que quizá le convendría seguramente tenga que ver con su influencia en el juego angelino, de tal manera que con él en pista el más menos es positivo para el equipo, y cuando descansa es negativo. Así que ahora el reto para el entrenador estará en ver como combina las piezas para que se revierta esa situación, y permitan a la estrella una mejor dosificación de su tiempo de juego, para no asumir un desgaste que se pueda pagar en el futuro con alguna lesión.
El legendario entrenador del baloncesto universitario, Bobby Knight, fallecido hace poco más de dos semanas (1 de noviembre), tuvo relación con el baloncesto español porque fue amigo, o al menos conocido, del que fuera seleccionador español, Antonio Díaz-Miguel. Coincidieron muchas veces en los viajes que hizo el último a Estados Unidos para mejorar sus conocimientos baloncestísticos. Y además acabarían enfrentándose en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984.
Knight es el protagonista del libro “Una temporada en el alambre” de John Feinstein, y si bien muchos glosaron su figura tras su muerte, dado que seguro que muchos aficionados no vivieron su época y no le conocieron, tal vez sea un buen momento para leer ese libro y acercarse a este polémico personaje del baloncesto.
Una temporada en el alambre John Feinstein, periodista de “The Washington Post” estuvo siguiendo las andanzas de Bobby Knight durante una temporada completa dentro del vestuario del equipo de la Universidad de Indiana. Y el resultado de esa “aventura” se publicó en 1986. Ahora, casi cuarenta años después, podemos leer su traducción al castellano gracias a la editorial Contra.
El texto, además de permitir que se conozca el carácter y la manera de actuar de este entrenador, también sirve para conocer el funcionamiento del baloncesto universitario como una suerte de hermandad que se extiende en el tiempo entre los jugadores que vistieron una determinada camiseta.
El libro tal vez peque de tener demasiadas páginas dedicadas a desarrollar crónicas de partidos con descripciones de marcadores y acciones puntuales que en realidad aportan muy poco al relato general. Pero también se pueden encontrar datos puntuales más interesantes como la referencia a Shawn Kemp, durante su etapa en un instituto en Indiana, y a quien siguió Knight para valorar su futuro reclutamiento.
También se da a conocer la relación del protagonista como mentor de otro mítico entrenador universitario, Mike Krzyzewski, a quien entrenó en la Armada en West Point, y que acabaría siendo su ayudante en Indiana antes de conseguir su primer empleo como entrenador principal (también en la Armada), para acabar llegando más tarde a Duke. Esa relación permitió una amistad que llevó incluso a que el primero apoyara al segundo en una “Final Four” tal y como se cuenta en el libro. Con el tiempo, el “alumno” superaría al primero en logros deportivos pero no en polémicas.
Otro dato, sorprendente por desconocido, es que Knight jugó con dos leyendas del baloncesto en la universidad de Ohio State, John Havlicek y Jerry Lucas, con quienes conseguiría ganar el campeonato NCAA en 1960 y jugaría las “Final Four” de los dos años siguientes (1961 y 1962). Bueno, jugar, jugar… más bien formaba parte de esos equipos, porque fue un jugador más bien marginal.
Polémicas
Los dos altercados protagonizados por este entrenador que con más recurrencia se mencionan a lo largo del libro son dos, el primero fue un incidente con un agente de policía durante un partido de los Juegos Panamericanos celebrados en San Juan (Puerto Rico) en 1979, cuando era el entrenador jefe de la selección estadounidense, y el segundo es el famoso lanzamiento de una silla a la pista cuando protestaba a los árbitros durante un partido con Indiana.
Knight que permitió la “injerencia periodística” del autor en su vestuario de Indiana, por lo que se cuenta, no se cortó ni un pelo. Y llama la atención ese permiso porque su relación con los periodistas fue agria, llena de sarcasmo y falta de respeto, casi como la que tenía con los árbitros.
Feinstein cuenta sus “trapos sucios” de manera recatada, pero dibujando el perfil de un maltratador psicológico que aprovechaba su posición de poder frente a chavales inexpertos que le hubieran seguido hasta el infierno.
Como se supo después su maltrato llegó a ser físico, y un jugador le acusó de zarandearle, y esa acusación acabó siendo el motivo de su salida de Indiana. Luego volvería a los banquillos para terminar su carrera en Texas Tech.
Palmarés
Las victorias a buen seguro fueron las que permitieron hacer tan larga carrera a Bobby Knight, salvándole de su comportamiento más que discutible. Su palmarés hay que reconocer que es muy bueno, de hecho en el momento de su retirada de los banquillos en 2008, era el entrenador con más victorias del baloncesto universitario masculino (902).
One of the most successful & influential figures in the history of college basketball. pic.twitter.com/6XMvJvcuaB
Consiguió como entrenador ganar tres títulos de la NCAA con Indiana (1976, 1981 y 1987), y con la selección estadounidense ganó las medallas de oro de los Juegos Panamericanos de 1979 y de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles (1984).
El autor del libro le tenía por un gran entrenador, el mejor de la historia para él en aquel momento, y así recibiría menciones como mejor entrenador en varias ocasiones, y acabaría por entrar en el “Hall of Fame” del baloncesto en 1991, es decir, mucho antes de finalizar su carrera en los banquillos (2008).
Valoración de la lectura “Sports Illustrated” dijo en su día que este era el mejor libro de baloncesto de la historia. Y lo cierto es que sus grandes ventas lo avalaron en su momento, aunque no parece que sea para tanto. Demasiadas páginas para llegar a la misma sensación que se tenía entonces de Bobby Knight. Era maleducado, con unas conductas que hoy son anacrónicas a todas luces, y que visto en perspectiva, no se entiende cómo se pudo consentir que durase tanto tiempo en aquel baloncesto.
Abusó de su poder sobre sus jugadores y ayudantes, fue prepotente con los medios de comunicación y en general con quienes le rodeaban, más allá de su círculo más cercano, y fue un claro ejemplo de que el fin justifica los medios, es decir, que todo valía si se ganaba.
Seguramente su éxito permitió que Indiana le mantuviera en su cargo durante tanto tiempo. No olvidemos la transcendencia que tiene el deporte en general, y el baloncesto en particular, en el funcionamiento de las grandes universidades estadounidenses. Hasta el punto que el prestigio de las victorias está demostrado que significa un aumento en el número de matriculaciones de pago en ellas. A lo que hay que añadir el negocio televisivo y publicitario que rodea estas instituciones.
Que en el deporte el objetivo final sea la victoria parece obvio, pero especialmente, cuando se trata de deporte universitario, es decir, cuando un equipo representa una institución educativa, no parece que Knight fuera el mejor ejemplo de educación a juzgar por su comportamiento.
“Aunque sea de penalti, injusto, y en el último minuto”. Hace tiempo, no sé ahora, cuando era futbolero, se decía mucho esa frase entre la gente del fútbol cuando se deseaba la victoria. Puede que hasta la dijeran los entrenadores, no me acuerdo bien.
Hoy Zunder Palencia y UCAM Murcia juegan en una nueva jornada de liga ACB. Y, para mí, la noticia indirecta sobre este partido se produjo hace una semana cuando el entrenador del equipo visitante, “Sito” Alonso, hizo unas declaraciones que se parecen a aquella frase inicial.
“Si tú piensas que cualquier grupo de aficionados le va a dar más importancia que yo al partido de Palencia… primero Manresa, hemos ganado a Manresa, vamos a corregir los errores de Manresa, y el partido de Palencia es vital. ¿Por qué? Porque es el siguiente”. (…)
“El objetivo mío es ganar a Palencia como sea. Más objetivo importante como ese no hay. Como sea. Con trampas. Como quieras. Pero ganando. Ese es mi objetivo fundamental en Palencia. Vamos a ver si lo conseguimos. Los jugadores piensan lo mismo. Todo el mundo piensa lo mismo (…).”
Estas palabras las escuché de pasada esta semana en varios podcast de baloncesto, y ante el estupor inicial por aquello de “con trampas”, pensé que no podía ser, y quise buscar el momento en el que el entrenador dijo esas palabras para conocer también el contexto. Y en el canal de Youtube de UCAM Murcia se pueden escuchar, y ver esa rueda de prensa completa con la pregunta del periodista que da lugar a esa respuesta (minuto 16.33 hasta el 18):
A juzgar por la gestualidad del entrenador parece claro que lo que quiere decir es que tienen que ganar este partido sí o sí, y sólo su énfasis debió jugarle una muy mala pasada, porque no me parece a mí que con trampas sea una manera correcta de ganar, y dudo que él piense así.
Verdad es que en el baloncesto profesional la victoria es fundamental por lo que supone para jugadores, entrenadores, afición, club, etc., pero habría que pensar que es una pena que ganar esté por encima de todo, incluso de la deportividad.
Vaya por delante que “Sito” Alonso me parece un muy buen entrenador, que sabe mucho (y lo comparte en numerosos clinics que se pueden ver por Youtube), y que tiene una larga trayectoria al máximo nivel en los banquillos. Si bien, a veces, es algo “guerrero” con su gestualidad y sus palabras.
Esas declaraciones son un claro ejemplo de que un profesional tiene que tener cierta mesura y cuidado en sus comunicaciones públicas, porque sus palabras se pueden malinterpretar, y hasta dejarle en mal lugar, a él y a su deporte.
Algunos piensan que los deportistas más famosos, los profesionales que se pueden ver, leer o escuchar en los medios de comunicación, son ejemplo de comportamiento para muchos jóvenes, y si bien para mí no tiene que ser así necesariamente porque todos pueden cometer algún patinazo, sí deben tener cuidado con lo que hacen o dicen porque a lo mejor alguien si les toma como modelo.
¿Qué pensará un joven entrenador que escucha esas palabras de “Sito” Alonso? Y no digamos, de los jóvenes aficionados.
El deporte debe, o por lo menos intentarlo, ser ejemplar, y utilizar esas palabras me parece un error. Y es verdad que en el deporte también existe la hipocresía, como por ejemplo, cuando un tenista que gana un punto porque al final su pelota toca la red y cae muerta en el campo rival, hace un gesto de disculpa con el adversario… pero el punto se lo queda para él (a lo mejor sería más deportivo que pidiera al árbitro que anulara ese punto). En cualquier caso, la suerte siempre es un factor en el deporte como en la vida, y los deportistas también quieren que esté de su lado. Ahora bien, de ahí a que se diga que se quiere ganar aunque sea con trampas…
Insisto, a mí me parece que fue un lapsus del entrenador del equipo murciano, su objetivo es ganar como sea… pero no necesariamente con trampas, porque nadie quiere jugar contra un tramposo, y desde luego no es nada deportivo ganar con trampas. Pero es que incluso aunque lo pensase, tendría que haberse mordido la lengua.
Una de las mayores novedades que presenta la nueva temporada NBA es su política de vigilancia del descanso de los mejores jugadores. En realidad, se trata de una modificación a unas medidas que ya existían, y las razón no es otra que tener contentos a los aficionados y a las televisiones.
Muchos seguidores de la NBA esperan año tras año la visita de algunos equipos a sus ciudades para ver a los mejores jugadores, y hasta ahora, no pocas veces después de pagar mucho dinero por las entradas (no digamos para quienes se costean también el viaje para ver esos partidos), algunos de esos jugadores caían lesionados antes, o lo que es peor, descansaban de manera preventiva, “arruinando” esas experiencias a los aficionados.
Por otro lado, las televisiones que son el sostén económico de la liga y que pagan auténticas millonadas por los derechos para la retransmisión de los partidos, también se veían perjudicadas porque ante duelos estelares, raro era el día que no faltaba alguna de las estrellas en esos partidos. Y con ese dinero no se juega, porque las audiencias se relacionan con los ingresos publicitarios, y si los partidos pierden interés para el espectador y la publicidad, las cadenas salen perdiendo.
La normativa
Esta regla “anti-descansos” pretende que todas las estrellas estén disponibles en la medida de lo posible para los partidos que se televisan a nivel nacional, es decir, encuentros que en principio son más interesantes para televisiones y aficionados.
Un equipo no podrá poner a descansar a dos estrellas en el mismo partido salvo por lesión. Por ejemplo, si Antetokounmpo está lesionado para un partido, Lillard no podrá tomarse ese partido para descansar.
La vigilancia de la liga se centrará más en los descansos de las estrellas en aquellos partidos que jueguen fuera de casa. La idea es que si tienen que descansar, que lo hagan cuando juegan en su campo, donde les ven más habitualmente, para garantizar que todas las ciudades NBA puedan disfrutar de las estrellas que vienen de fuera.
No se permitirá que los equipos que no tienen opción de clasificarse para playoffs, aparten a sus estrellas para que dejen de jugar.
Y, por último, los jugadores que puedan descansar deberán estar visibles para los aficionados en el banquillo si no hay una lesión de por medio.
Estas reglas afectarán a los jugadores que fueron “all star” o que fueron incluidos en algunos de los mejores quintetos de la liga en las últimas tres temporadas:
Atlanta Hawks: Trae Young y Dejounte Murray
Boston Celtics: Jayson Tatum, Jaylen Brown y Jrue Holiday
Brooklyn Nets: Ben Simmons
Charlotte Hornets: LaMelo Ball
Chicago Bulls: DeMar DeRozan, Zach LaVine y Nikola Vucevic
Cleveland Cavaliers: Donovan Mitchell, Jarret Allen y Darius Garland
Dallas Mavericks: Kyrie Irving y Luka Doncic
Denver Nuggets: Nikola Jokic
Golden State Warriors: Stephen Curry, Draymond Green, Chris Paul y Andrew Wiggins
Houston Rockets: Fred VanVleet
Indiana Pacers: Tyrese Haliburton
LA Clippers: Kawhi Leonard y Paul George
LA Lakers: LeBron James y Anthony Davis
Memphis Grizzlies: Ja Morant y Jaren Jackson jr
Miami Heat: Jimmy Butler y Bam Adebayo
Milwaukee Bucks: Giannis Antetokounmpo y Damian Lillard
Minnesota Timberwolves: Rudy Gobert, Mike Conley, Anthony Edwards y Karl-Anthony Towns
New Orleans Pelicans: Zion Williamson
New York Knicks: Julius Randle
Oklahoma City Thunder: Shai Gilgeous-Alexander
Philadelphia 76ers: Joel Embiid y James Harden
Phoenix Suns: Bradley Beal, Devin Booker y Kevin Durant
Sacramento Kings: Domantas Sabonis y De’Aaron Fox
Toronto Raptors: Pascal Siakam
Utah Jazz: Lauri Markkanen
Excepciones y sanciones
Lógicamente una lesión evitará la aplicación de estas medidas, pero también razones personales, o el descanso en partidos en días consecutivos (los denominados “back to back”) para jugadores veteranos. Incluso sin estar en los casos anteriores, haber tenido una lesión grave en el pasado, también podría servir como excepción para que no se aplique sanción alguna.
Los jugadores veteranos libres de estas medidas serán los que tengan al menos 35 años al inicio del curso, o tengan acumulados 34.000 minutos de juego en temporada regular, o haber jugado 1.000 partidos entre temporada y playoffs. Y quienes dentro de esa consideración de “estrella” podrían saltarse estas reglas están: Mike Conley (Wolves), Stephen Curry (Warriors), DeMar DeRozan (Bulls), Kevin Durant (Suns), James Harden (Sixers), LeBron James (Lakers) y Chris Paul (Warriors).
La principal consecuencia para aquellos equipos que no cumplan con estas medidas será la de recibir una fuente multa económica que se irá incrementando según se vayan acumulando sanciones. Y la NBA avisó que investigará cualquier ausencia de esas estrellas para dejar claro si son justificadas o no.
Influencia en el juego: ¿Cambios en las rotaciones y minutos de juego?
Cuando George Karl, entrenador NBA, llegó al Madrid a finales de los 80, su manera de dirigir en los partidos llamó la atención por las rotaciones continuas a las que no se estaba acostumbrado en el baloncesto español. Ahora ya es común en el baloncesto FIBA. Incluso diría que se desarrollan de manera más lógica aquí que en la NBA.
Allí todo depende del estatus del jugador, da igual como estés jugando un partido, que si eres una estrella tienes garantizados 35-40 minutos. Y si eres un “suplente” olvídate, que sólo en contadas ocasiones veras crecer tus minutos aún jugando muy bien.
En el baloncesto europeo (FIBA en general) también hay estrellas, pero si no rinden, si no están jugando bien, al banquillo. No queda otra. Y es que aquí se tiene un concepto más colectivo del juego.
Muchas veces en temporadas pasadas se podía ver a alguna estrella, como por ejemplo Luka Doncic, jugando cuando el partido tenía su resultado decidido o casi, más para redondear números que otra cosa, con el consiguiente riesgo de lesión, y acumulando minutos y cansancio. Seguramente eso ocurría porque luego disponían de la posibilidad de dejarle sin jugar otro día, pero ahora que no se podrá hacer tan libremente sin tener consecuencias…
La NBA es una liga de jugadores, de estrellas, de individualidades. Así que raro será que esta medida de la liga afecte al juego, pero quién sabe si cambia las rotaciones en los partidos. Quizás ahora la estrategia de los equipos pase por reducir el minutaje de sus estrellas para garantizar que puedan aguantar una dura temporada regular, y que lleguen en buenas condiciones a los playoffs: ¿jugarán los mejores “sólo” 30 minutos por partido?
Veremos cómo afecta esta nueva intervención de la liga para tener contentos a los aficionados y a las televisiones (y en general a todos los medios), porque todavía es pronto y sólo se podrá hacer balance al final del curso, pero un dicho popular dice que hecha la ley, hecha la trampa, y me temo que muchos equipos se buscarán sus triquiñuelas para salir airosos de las sanciones económicas.
Tal vez todo sería mejor con rotaciones más sensatas y minutos de juego “reales”, porque no olvidemos que algunas estrellas teniendo tanto tiempo de juego por partido, juegan a medio gas en muchos momentos. Y lo ideal es que jueguen menos tiempo pero a tope.
Quienes vivimos otra NBA, aunque por encima, no como ahora que tenemos acceso a multitud de información, no recordamos que los jugadores se “borraran” de partidos, más allá de a lo mejor el último de temporada regular en el caso de alguna estrella a punto de jugar playoffs. Antes todos jugaban siempre, incluso con molestias, y en serio hasta el partido de las estrellas, que es lo que nos gustaría a todos los aficionados.