Por Jorge
La selección española camina firme en su preparación para los próximos juegos olímpicos de Pekín. De momento cinco victorias en otros tantos partidos, destacando las dos conseguidas ante una aguerrida selección argentina, actual campeón olímpico.
El equipo español siempre ha sido criticado por jugar sus partidos amistosos en casa con el apoyo de su público y con árbitros españoles generalmente. En mis años de aficionado y aunque la memoria seguro que me falla, solo recuerdo el torneo jugado en China previo al Mundobasket 2006 y un amistoso también en China contra Estados Unidos antes de los Juegos de 2000. La crítica de los analistas acerca de la conveniencia de jugar en campos contrarios se basa en la necesidad de jugar en ambientes hostiles y ante arbitrajes poco favorables para adaptarnos a las situaciones que se van a poder vivir en la competición oficial.
La federación española siempre ha utilizado estos partidos para hacer afición y últimamente caja (gracias a los recientes éxitos) por toda la geografía española y además posibilitar concentraciones y giras de partidos con la mayor comodidad posible tanto para los jugadores como el cuerpo técnico. Es su criterio y la verdad, muy mal no le ha ido al baloncesto español a lo largo de su historia reciente (últimos 25 años): una medalla de plata olímpica, dos medallas de plata y otras dos de bronce en europeos, y la medalla de oro en el último mundial. Además de buenos puestos en numerosas ocasiones.
La explicación previa tiene por finalidad comentar el arbitraje del último partido amistoso de la selección española contra Argentina y sobre el que muchos aficionado de a pie comentaban la benevolencia del arbitraje respecto del equipo español frente a las numerosas faltas técnicas o antideportivas pitadas a los argentinos y todo ello debido a que se jugaba en España y con árbitros españoles, llegándose a dudar de la imparcialidad de éstos últimos. En mi modesta opinión nada más lejos de la realidad.
El juego bronco y trabado de los argentinos es moneda habitual cuando juega con equipos técnica y tácticamente superiores. Consideran que con ello tienen más opciones de ganar y así tuvieron posibilidades incluso en la semifinal del último mundial de Japón en 2006. Pero ello conlleva un riesgo, el exceso de contacto puede ser sancionado y el exceso de faltas significa que los jugadores importantes tienes que pasar más tiempo en el banquillo además de los tiros libres que son opciones cómodas de anotar para el equipo rival.
Ni falta hace citar que si los jugadores no se adaptan a ese arbitraje y no paran de protestar harán un flaco favor a su equipo. A veces los jugadores se creen que los árbitros no serán capaces de sancionar las sucesivas protestas y faltas para no hacer interminable un partido o incluso para evitar la posibilidad de sacar jugadores y jugadores por descalificantes o por llegar al tope de faltas personales. Creen que los árbitros se amedrentarán a merced de sus protestas pero esto no ocurrió en el último partido. La selección argentina no dejó de protestar y utilizar diversas marrullerías que tenían que ser cortadas, igual que tuvo que ser cortado el conato violento inicial protagonizado por Rudy y Quinteros, primero con técnica para el argentino pero a continuación con una falta antideportiva por un empujón que quizá en otro partido no hubiera pasado de ser una falta normal y corriente, pero que los árbitros se vieron en la necesidad de pitarla como tal para evitar males mayores. Este detalle puede servir de muestra de la falta de favoritismo por uno u otro equipo. En todo caso, si Argentina se vio más perjudicada o acumuló más faltas y más técnicas no fue sino porque jugo más duro y protestó todo lo que quiso y más.
Después del incidente inicial, destacar la actitud del árbitro principal dirigiéndose a los dos entrenadores avisando que no se iba a permitir situaciones de ese tipo. Por cierto, interesante la idea de la televisión de poner micrófonos a los árbitros, lo cual permite escuchar conversaciones muy interesantes permitiendo al televidente conocer los motivos de las señalizaciones cuando el árbitro da explicaciones a los jugadores que se las piden.
A continuación se siguieron sucediendo las faltas y marrullerías argentinas propiciando un partido lleno de interrupciones, sin ritmo y con la única finalidad de sacar al equipo español de sus casillas y lo que es más importante, de su estilo de juego habitual. No lo consiguió.
Finalmente destacar el ejemplar comportamiento arbitral sin ningún tipo de aspaviento ni chulería tan propia de los arbitrajes de otros deportes y en particular de ese que todos estáis imaginando, a la hora de señalar las faltas técnicas o antideportivas. Sirva de muestra la falta técnica pitada a Prigioni al final del partido cuando el árbitro sin perder la compostura dando una imagen de serenidad y calma se dirige primero al jugador y luego a la mesa de anotadores para marcar la señalización. Impecable. Otros árbitros menos capacitados no hubieran sido capaces de tal control. Esto demuestra que el arbitraje español esta a un excelente nivel y ejemplos como este último partido sirven para acallar a aquellos que en ocasiones ponen en duda la parcialidad/imparcialidad arbitral. Otra demostración del buen arbitraje fue que después del partido ningún miembro de la delegación argentina hizo mención o protesta alguna refiriéndose al arbitraje recibido.
Por supuesto ni que decir tiene que siendo excelente el arbitraje tampoco fue perfecto y si analizamos el partido al completo sacamos errores arbitrales seguro, pero claro a posteriori y con la televisión y el vídeo todo es más fácil de juzgar. La perfección es complicada para una tarea de dificultad máxima –probar a pitar no ya un partido profesional sino un simple partido entre amigos–, que exige la toma de decisiones en unas décimas de segundo y ante movimientos muy rápidos de los jugadores. Igual que los jugadores no tienen un acierto del 100% en su juego, los árbitros también se equivocan, pero menos de lo que tendemos a creer.
Al respecto de los errores arbitrales siempre me he planteado una pregunta: ¿por qué cuando un jugador falla un tiro tan sencillo como un tiro libre no recibe apenas una reprimenda (si es que la recibe) y sin embargo cuando un árbitro se equivoca en una decisión es vilipendiado y poco menos que tratado como un delincuente? En ocasiones se comenta con sorna que los árbitros son un mal necesario pero quien esto dice seguro que nunca se ha parado a imaginarse un partido internacional sin ellos. Sería una locura. Quizá estos ejemplos tengan que ver con la escasez de educación deportiva tanto de los deportistas como de los aficionados, y que debería ser materia de obligado estudio o tratamiento en las escuelas desde la más tierna infancia. Pero esto es solo una idea.
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