Por Jorge
El pasado jueves* la NBA nombró a Andrew Bynum como estrella que formará parte del quinteto inicial del próximo All Star Game tras el recuento final de la votación popular.
El pívot de los Lakers en su último año de contrato (el equipo tiene una opción que no tiene porqué hacer efectiva para la siguiente temporada) está intentando demostrar que su próximo gran contrato en tiempo y dinero pueden alcanzar el máximo posible, ya sea para seguir jugando en Los Angeles o en otro equipo.
La carrera de Bynum comenzó muy pronto cuando fue seleccionado en el draft de 2005 por los Lakers proveniente de un high school (St. Joseph en New Jersey), convirtiéndose en el último buen jugador que llegó desde el instituto a la NBA sin pasar antes por el baloncesto universitario.
Ese temprano desembarco supone que su nombre haya quedado en los registros históricos de la NBA como el más joven en ser elegido en un draft (17 años, 8 meses y 2 días), y en haber debutado en la liga (2 de noviembre de 2005 con 18 años y 6 días).
Su llegada a Los Angeles hizo que los Lakers contratasen al legendario Kareem Abdul-Jabbar, uno de los mejores pivots de la historia, para que aleccionara a este joven prospecto que en su primera temporada en la liga acabaría con unos promedios de apenas un par de puntos y rebotes en siete minutos de juego por partido.
Sus números progresarían notablemente hasta alcanzar 13 puntos y 10 rebotes en la temporada 2007-08 hasta que en enero de 2008 sufrió una grave lesión de rodilla que le apartaría del equipo para el resto del curso. Poco después de esa lesión llegaría Pau Gasol a los Lakers contribuyendo a mantener el buen trabajo de Bynum en la pintura para que el equipo alcanzase la final que después perdería frente a los Boston Celtics.
Bynum volvió con energías renovadas en la temporada 2008-2009 manteniendo estadísticas similares pero repitiéndose la historia. Otro golpe fortuito de un compañero (ahora Kobe Bryant, la anterior temporada había sido Lamar Odom) supuso otra grave lesión de rodilla (ahora la derecha, el año anterior fue la izquierda) que apartarían al joven pívot del equipo. Sin embargo esta vez sí regresó al final de temporada, y pudo colaborar con unos números discretos en la consecución del título de los Lakers frente a Orlando Magic.
La maldición de las lesiones se mantuvo durante los playoffs de 2010 al sufrir un percance en su rodilla derecha. Sin embargo pospuso la necesaria intervención quirúrgica para jugar mermado y renqueante, pero promediando 9 puntos y 7 rebotes para ayudar a su equipo a alcanzar su segundo título consecutivo frente a los Celtics.
La pasada temporada (2010-11) comenzó mal cuando acudió al mundial de fútbol de Sudáfrica (2010) y alargó más de la cuenta sus vacaciones retrasando su operación de rodilla, lo que le llevó a perderse el primer mes y medio de competición aunque acabaría con unos aceptables 11 puntos y 9 rebotes por partido.
El historial de lesiones que atesora y los ajustes que han sufrido los Lakers en el último año acrecientan los rumores de traspaso de Bynum, pero éste lejos de descentrarse, durante el lockout se ha preparado físicamente a fondo y hasta el momento ha alcanzado sus mejores números desde que llegó a la liga: 17 puntos y 12 rebotes por partido.
Bynum no goza de muy buena prensa producto de sus lesiones (siempre fortuitas y producto de la mala suerte todo sea dicho), su desidia y en ocasiones acciones fuera de lugar (retrasar su operación por irse al fútbol o la falta flagrante a Barea en el último partido de la pasada temporada), e incluso de algunos comentarios de sus compañeros (Kobe dijo públicamente en 2007 que debía ser traspasado) y entrenadores (Phil Jackson nunca derrochó precisamente elogios sobre él).
Ya sea porque el pívot es una especie en extinción (entendido éste como el jugador que es hábil jugando de espaldas a canasta), lo cierto es que Andrew Bynum es un notable pívot de la NBA que gracias a su trabajo se hace merecedor de mayor crédito entre los medios y los profesionales pues pocos jugadores actuales de su peso y estatura tienen tal coordinación, velocidad, y habilidad de movimientos en el poste bajo.
Apoyo del aficionado al margen con su selección para el All Star Game, Bynum está ante su temporada decisiva jugando por la pasta, por el reconocimiento de los medios, y sobre todo para entrar en el selecto y minoritario grupo de los elegidos que serán considerados como estrellas de la NBA durante la próxima década. Si no lo consigue ahora (pese a su juventud, 24 años) quizás deba conformarse con formar parte de la mayoría que tiene una carrera notable pero que no será recordada en el tiempo más que por los grandes aficionados al baloncesto.
* Artículo de colaboración publicado en vavel.com el pasado 4 de febrero.
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