Por Jorge
Ni que decir tiene que como aficionado, aunque mi seguimiento fue esporádico mirando sólo algunos partidos, se tiene un cierto orgullo al ver la competitividad de los equipos españoles. Sin embargo, la pregunta que me planteo es: ¿son necesarios este tipo de torneos a edades tan tempranas?
Y con esas edades me refiero sobre todo desde la categoría U18 para abajo, pues entiendo que las selecciones U19 y U20 están formadas por una élite que juega en universidades americanas o que van haciendo sus primeros pasos en el baloncesto sénior, y para quienes estos torneos son una continuidad camino de su etapa profesional.
Por supuesto, no puedo obviar en esta reflexión algunos argumentos evidentes a favor de este tipo de campeonatos:
1) Quienes participan ganan otra experiencia más en su desarrollo competitivo.
2) Los partidos les permiten evaluar su nivel respecto de los mejores de otras latitudes continentales o mundiales.
3) Compartir entrenamientos con las mejores jugadoras o jugadores de su edad pueden ser otro punto a favor para su evolución técnica y táctica...
...aunque me temo que esa parte es mínima, pues se tratan de equipos de rendimiento, y cuyo objetivo en la cúspide de su planificación es ganar y ganar para conseguir el mejor puesto posible. Y ganar es una aspiración lógica (siempre se juega para ganar), pero en estos casos la formación entendida como algo más amplio y completo queda para el trabajo que realizan los clubes en los que juegan sus integrantes, razón por la que las llame selecciones de base y no de formación.
Así la mayor sombra que me hace dudar sobre la idoneidad de estos torneos está en la temprana “profesionalización” de jóvenes que realizan concentraciones y viven una experiencia como la de una selección absoluta (con atención a los medios de comunicación incluida), insisto, especialmente desde U18 para abajo, y que puede “quemarlos” antes de tiempo.
Las campeonas del #U16EuroBasket llegan mañana domingo a Madrid 🛬
— Baloncesto España (@BaloncestoESP) August 23, 2025
La #U16F 🇪🇸 atenderá a los medios a su llegada a la T1 del Aeropuerto de #Madrid (11:25h)#SomosEquipo
Y es que el tute que se meten estos jóvenes deportistas con entrenamientos y partidos continuos (amistosos, ligas, campeonatos de España autonómicos, de clubes, etc.) es notable y exigente hasta el punto que no podemos olvidar que para quienes destacan desde bien pronto, pueden encadenar competiciones desde los 14 años (y antes) hasta los 18, con todos los veranos “ocupados”. Y a la larga eso puede pasar factura.
Este verano hemos asistido a la temprana retirada de Álex Abrines (31 años) y aunque no sabemos las razones exactas, y seguro que son varias (familiares, profesionales, de salud, etc.), algo me dice que el desgaste puede ser otra de ellas, como quedó claro en su carta de despedida de la afición culé cuando dijo haber “quemado etapas muy deprisa”.
También Ricky Rubio, aunque volverá a jugar este curso, dejó claro en algunas intervenciones públicas que una exigencia excesiva a edades tempranas puede ser contraproducente. Y estos dos son casos conocidos, pero cuántos ocurren entre quienes no llegan al profesionalismo y que no conocemos… ¿Para qué tanta prisa y tanto ajetreo?
Las exigencias del baloncesto del mejor nivel son muy altas, pero los excesos se pueden pagar, y quizás sería mejor reducir entrenamientos, y sobre todo, partidos y campeonatos, especialmente a edades tempranas. Menos es más, y aunque luego tengamos ejemplos de gente que echa horas como si no hubiese un mañana, y a quienes les “sale bien” o eso parece, algo me dice que son excepciones que confirman la regla.
Y recordemos que el baloncesto de selecciones de base no deja de ser la expresión de la excelencia en cada categoría, pero más allá de otra docena de jugadoras y jugadores de cada edad que rondan esa élite, la mayoría está lejos de ese estadio. Y por lo tanto, estos resultados que para muchos puede ser un barómetro del estado del baloncesto español, cuidado, porque insisto, la mayoría está lejos, y me refiero a quienes forman parte de clubes de colegios, barrios y pequeñas localidades. Y no olvidemos que esta mayoría sí son parte muy importante de la salud de nuestro deporte, pues de ella saldrán aficionados, futuros entrenadores, árbitros, gestores y demás eslabones esenciales para mantener y hacer crecer el baloncesto.