Por Jorge
El deporte puede transmitir multitud de valores que luego serán de utilidad en la vida cotidiana de los deportistas, pero en general a veces se da demasiada transcendencia a la competición por encima de éstos, sobre todo en la formación, e incluso olvidamos su esencia: su valor lúdico.
Kobe Bryant se refiere a esa condición fundamental del baloncesto en la siguiente frase:
"El baloncesto es mi refugio, mi santuario. Vuelvo a ser un niño en el patio. Cuando llego aquí, todo es bueno". Kobe Bryant
Llama la atención que sea un jugador profesional quien reconozca esa esencia fundamental del baloncesto como juego. Totalmente de acuerdo con él.
Jugar al baloncesto a veces sirve de psicólogo particular que permite refrescar la mente para después ordenar mejor nuestros pensamientos y poder ver así una mejor solución a aquello que nos aflige. Así lo veo al menos.
Cuando tengo un problema, jugar al baloncesto me alivia. No elimina el problema, pero lo hace más llevadero. Cuando estoy enfadado o molesto porque las cosas no me salen como me gustaría, el baloncesto hace que la realidad se transforme y pueda relajarme, y así disfrutar como el niño que no dejamos de ser nunca.
Pero por encima de todo disfruto jugando al baloncesto. Cualquiera puede jugar mejor, cualquiera puede saltar más, coger más rebotes, dar más asistencias, o encestar más canastas, pero nadie es más feliz que yo cuando estoy jugando en una pista de baloncesto.
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