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viernes, 11 de mayo de 2018

El público (la afición) y las sedes del baloncesto

Por Jorge

El pasado fin de semana se celebró en Atenas la “Final Four” de la “Champions League” de la FIBA. Y en ella participaron además del anfitrión, el AEK de Atenas, el UCAM de Murcia, el Mónaco francés, y el MHP RIESEN Ludwigsburg de Alemania.

Revisando información sobre el evento me topé con el siguiente tuit de un periodista de un canal televisivo español referido al poco público en las gradas:


Por supuesto si hacía falta decir más, pues la imagen se corresponde al partido por el tercer y cuarto puesto (ganado por Murcia para conseguir una meritoria tercera posición en la competición), así que no era propiamente la final. Y es que en el siguiente tuit, que también publicó este periodista, se puede ver como estaba la grada al final del partido que sí decidía el campeón:


Más allá de las bengalas y la invasión de campo de esa final, que condenaría cualquier persona cabal, esta final me lleva a escribir mi particular diatriba acerca de las designaciones de las sedes para las fases finales de las competiciones, y sobre las diferencias entre público general y afición al baloncesto.

Esta final se jugó en Atenas, algo que no se conocía con antelación pues su organizador, imagino que por una regla no escrita, tenía que partir de uno de los equipos participantes. Sin duda es una manera de que la FIBA en este caso, se garantice cierta repercusión mediática y sobre todo que la “afición” responda.

¿Por qué pongo afición entre comillas? Sencillo. Como pude escuchar en unas declaraciones de varios dirigentes del equipo murciano que se consideraron perjudicados tras la disputa de la primera semifinal que les enfrentó al equipo anfitrión, al parecer en las gradas no solo se encontraban aficionados al baloncesto, sino que también había “futboleros” apoyando a la sección baloncestística de AEK, que no olvidemos que es un equipo de fútbol. Y es que esta fase final jugada en el pabellón OAKA con capacidad para casi 20.000 personas estuvo llena en los partidos del equipo local, y sin embargo durante la temporada en muchos casos llevó sólo a dos o tres mil espectadores para sus partidos como local, tal y como se puede ver en alguno de los que colgó la FIBA en Youtube, y que demuestra un aspecto menos intimidante para los rivales, y desde luego menos afición.

¿Alguien me explica esa repentina fiebre por el baloncesto en la fase final? La razón parece obvia, no son aficionados de un deporte, son fans de un equipo, y en concreto de un equipo que gana, porque de lo contrario no va ni dios a verles.

Por supuesto no hace falta ser un aficionado al baloncesto para poder ir a la grada de un partido, aunque no sé si como en este caso al baloncesto le convienen seguidores del fútbol por su comportamiento (que me perdonen los respetables aficionados al balompié, que son mayoría, claro).

Al hilo de esto, recuerdo que el primer partido de alto nivel que presencié desde una grada aquí en España hace muchos lustros, viví una anécdota que me llamó poderosamente la atención. Fue en la cancha de otro equipo “futbolero”, y antes de entrar al recinto, un joven tan perdido como yo (y con una bufanda claramente identificativa de los seguidores radicales de ese equipo de fútbol), me preguntó por la ubicación de una de las peñas baloncestísticas de dicho equipo. Algo me dijo que ese tipo no tenía mucho interés en el baloncesto, y más que aficionado a él, lo era de ese club, y mucho más de su equipo de fútbol.

Insisto que esa posibilidad es respetable, pero creo que el baloncesto debe buscar seguidores de “calidad” y por ésta me refiero a verdaderos aficionados, y si luego consigue captar a otros mejor, pero no para ocasiones puntuales y hacerse la foto, tal y como pasó en esta final, y como pasa en la mayoría de las ocasiones en que se organiza un evento en casa de uno de los participantes de la competición por temor al fracaso de público.

Relacionado con todo esto la ACB también es muy “cagona”, y ya va siendo hora de dejarse de milongas por las que los equipos anfitriones tienen que estar en la fase final de la Copa, entre otras cosas porque es un privilegio que sólo está al alcance de aquellos equipos que cumplen una serie de requisitos (aforo, plazas hoteleras, posibilidades de transporte…). ¿No es injusto desde el punto de vista deportivo para aquellos equipos que económicamente son más modestos? ¿No lo es también para aquellos que deportivamente quedan por encima del anfitrión en la primera vuelta de la competición liguera? Sin duda existe la posibilidad de que la grada no esté a rebosar si no está el equipo local o los “favoritos” en la final, pero teniendo en cuenta las aficiones que arrastran los equipos participantes (y lo que les cuesta la entrada y demás, que esa es otra), se me hace difícil pensar que no hubiese una buena o muy buena entrada para ese partido definitivo.

Por último, sobre las sedes ahora que se acerca el periodo estival repleto de competiciones de selección en categorías de base, ¿cuántas canchas se verán tristemente vacías (muy vacías)? Y eso que en algunos casos dichos campeonatos se juegan en países y ciudades con amplia tradición baloncestística. Razones: quizá no haya tanta afición al baloncesto, y como dije lo es a un equipo (selección en este caso) y más si gana, los precios de las entradas son altos (aunque en este tipo de competición suelen ser populares), y sobre todo las sedes incluyen pabellones de una capacidad que no llenan ni los equipos profesionales de mayor nivel.

Algunas soluciones: pabellones con menor aforo, precios más populares todavía, mejorar la publicidad que dé visibilidad a este tipo de eventos, y reducir el número de participantes o partidos, porque ni el aficionado número uno al baloncesto es capaz de seguir una jornada maratoniana de partidos de una primera fase que comienzan a la mañana y termina a la noche.

Para terminar, acerca de la diferencia entre público y afición y vaya por delante que no soy paradigma de nada pues sólo soy un humilde aficionado al baloncesto , como ya conté en una entrada anterior acerca de mi experiencia desde la grada como abonado de un equipo ACB,e independientemente de mi mayor deseo de victoria del equipo local, nunca dejé (ni dejo) de aplaudir las buenas acciones del equipo contrario, cosa que en muchas ocasiones me granjeó miradas reprobatorias de quienes parece que no saben apreciar y disfrutar de las buenas jugadas del equipo adversario.

Es más, cuando veo un partido, en la grada o por televisión, quiero que los dos equipos jueguen lo mejor posible, y no deseo el error o la debacle rival. De esa manera, que luego la victoria se decanta de uno u otro lado no me impide disfrutar del mejor baloncesto. Reconozco que soy un iluso, y que la verdad es que supongo que esto es una quimera, pero quizá es a esta deportividad a la que tendría que aspirar y dirigirse el baloncesto, sus equipos y los organismos que lo rigen a la hora de captar aficionados.

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