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lunes, 11 de marzo de 2019

Hemeroteca (17): la Recopa de 1989

Por Jorge

El próximo 14 de marzo se cumplen 30 años de uno de los partidos más míticos que se han visto en la historia del baloncesto europeo: la Recopa de Drazen Petrovic, del Real Madrid, de Oscar Schmidt, del Snaidero Caserta... y de las "turbulencias" que deparó la actuación del escolta madridista.

Hay que decir para los más jóvenes, que la Recopa era la segunda competición continental en aquella época, lo que vendría a ser la actual EuroCup, y estaba situada en importancia por detrás de la Copa de Europa (actual Euroliga) y la por entonces Copa Korac.

La Recopa la jugaban los campeones de Copa (si no jugaban la Copa de Europa como campeones de liga), y las diferentes reestructuraciones de la competiciones continentales hizo que fuera cambiando de denominación, así primero era la Copa de Clubes Campeones de Copa (1966-91), luego incluso se llamó Copa de Europa (1991-96), Eurocopa (1996-98), y por último Copa Saporta (1998-02) en honor a Raimundo Saporta fallecido en 1997, legendario dirigente español del Real Madrid, la federación española y la FIBA.

Aquella temporada 1988-1989 la Recopa jugó primero una ronda inicial con equipos de “ligas menores” como el Oporto portugués o el CSKA de Sofía bulgaro, y de ella se pasaba a unos octavos de final donde ya entraban los equipos de las “ligas fuertes” como el Zalgiris o la Cibona de Zagreb, para después establecerse un par de grupos de cuatro de donde se clasificaban primero y segundo para enfrentarse en semifinales.

Las eliminatorias previas se jugaban a partidos de ida-vuelta contando la diferencia de puntos, e igualmente era así en las semifinales. El Real Madrid tuvo un cómodo enfrentamiento en octavos con el Glasgow Rangers de Escocia, para una vez jugada su fase de grupos con Caserta, Hapoel Galil Elyon de Israel y el Cholet francés, jugar la semifinal frente a la Cibona (por entonces de Yugoslavia), mientras que el otro finalista, Snaidero Caserta la jugó contra el Zalgiris (por entonces aún soviético).

Y ahora sí vayamos con el repaso a aquella final histórica. Ésta se jugó en el “Estadio de la Paz y la Amistad” de Atenas, curioso nombre para muchos porque allí había de todo menos paz y amistad por el ambiente terrible que solía rodear los partidos contra equipos griegos. Por cierto, esa cancha no era de muy buen recuerdo madridista por cuanto allí había perdido unos años antes (1985) una final de la Copa de Europa frente a la Cibona del mismo Petrovic.

Los dos finalistas habían jugado entre sí en esa fase de grupos, y los dos partidos fueron ganados por el Real Madrid, así que había ganas de revancha en los italianos, y más jugando una final.

El partido fue un derroche ofensivo con Petrovic tirándose “hasta las zapatillas” para anotar 62 puntos, eso sí, en una exhibición con buenos porcentajes (12 de 14 en tiros de 2, 8 de ¡16 intentos! de tres, y 14 de 15 en tiros libres), y recibiendo la respuesta de "cañonero" brasileño, Oscar Schmidt, con 44 puntos, aunque eso sí, con peores porcentajes (5 de 19 en tiro de 2), pero también acompañado por Ferdinando Gentile ( padre del actual jugador del Estudiantes), con otros 34.

Los dos equipos se tiraron 46 triples, algo que para la época era una barbaridad, y respondieron con gran acierto: 12 de 22 el Madrid, y 12 de 24 Caserta. Y como dato también llamativo para lo que se lleva hoy en día, Petrovic no descansó ningún minuto y Oscar sólo uno.

La intrahistoria de aquel partido dice que pudo ser un punto de inflexión para el Real Madrid… para mal, y es que al parecer ese protagonismo asumido por el “genio de Sibenik” no fue muy bien tomado por el vestuario blanco, especialmente por el otro “gallo” del equipo, Fernando Martín, y eso agrió más unas relaciones poco amistosas que finalmente desembocaron en la pérdida de la final de la ACB frente al Barcelona, y la posterior “escapada” de Petrovic a la NBA.

Particularmente treinta años después aún recuerdo este partido con agrado, como no puede ser de otra forma para alguien que empezaba a crecer su afición y se estaba “enganchando” con fuerza al baloncesto. Aquella fue una tarde lluviosa en la que salí “escopetado” del instituto (estudiaba por la tarde), y así llegar a tiempo del salto inicial y poder ver entero todo el encuentro. Y luego por supuesto disfrutar del ambiente de esa final, las exhibiciones anotadoras y finalmente la victoria del equipo español.

Luego después uno se enteró de las interioridades de aquel “cisma” gracias a la revista “Gigantes” que rescato hoy aquí, con los textos de Paco Torres y las fotografías de Juan Carlos Hidalgo, como también lo hago con el vídeo del partido, con los comentarios de Ramón Trecet y Esteban Gómez, para quien quiera revivir aquella final o verla por primera vez:


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