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sábado, 11 de enero de 2020

Orgullo autonómico mal entendido

Por Jorge

Recientemente se jugaron los campeonatos de España de selecciones autonómicas cadetes e infantiles, tanto femeninas como masculinas. Y dado que sigo por redes sociales a algunos entrenadores de diferentes regiones que comparten sus útiles conocimientos por internet, me topé también con algunos de sus tuits,o de otros de rebote por retuits, en los que se vanagloriaban del buen hacer de las selecciones de sus respectivas regiones.

En esos mensajes se mostraban orgullosos del trabajo de los técnicos y jugadores de “sus selecciones”, y en algunos casos celebrando sus buenos resultados como representantes del baloncesto de su región. Y yo me pregunto si realmente ese baloncesto es representativo de tales regiones.

Entiendo ese orgullo por el trabajo bien hecho y por unos buenos resultados que son fruto de entrenar y jugar bien, y que no sólo se corresponden con el conjunto campeón, pues no olvidemos que en toda competición sólo gana un equipo. E igualmente se puede ganar y no jugar bien o no alcanzar el mejor nivel posible, y al revés, perder y haber mejorado mucho.

En cualquier caso, si tengo dudas de que esos equipos representen realmente el baloncesto de una región, porque se tratan a priori de los mejores jugadores o jugadoras de cada autonomía, y por tanto representa una parte pero no un todo, y es que seguro que en cada una de ellas tiene mucho que mejorar.

Los entrenadores solemos decir que el nivel de los equipos lo marca el de el peor jugador, y nuestra labor consiste en hacer que éste mejore para tratar de estar lo más cerca de los mejores jugadores. No es que entrenar a un buen jugador, talentoso técnica y físicamente, sea fácil, y también requiere de una serie de mecanismos y conocimientos, pero lo verdaderamente difícil y meritorio está en conseguir la mejora del jugador menos dotado, con menos habilidades, o incluso con menos motivación por mejorar.

Visto así, creo que se puede utilizar el símil anterior para referirnos al baloncesto de selecciones autonómicas, y diferenciarlo del baloncesto general que se vive en cada autonomía.

¿Qué porcentaje de equipos de las diferentes categorías de cada región se corresponde con el nivel visto en estos campeonatos? Seguro que si llega a un 10% es mucho. La mayoría de los equipos están formados por jóvenes que hacen baloncesto con un nivel de dedicación en tiempo y esfuerzo mucho menor (por eso no están en la selección autonómica), y jugando en clubes o colegios con menos medios.

No tengo ninguna experiencia participando en selecciones autonómicas, sólo vi algunos partidos y algunos entrenamientos, pero sí tengo mucha experiencia entrenando en todas las categorías, en diferentes tipos de competiciones, tanto en baloncesto femenino como masculino (también mixto), en dos comunidades autónomas distintas. Y creo que puedo decir que las federaciones deberían dedicar más esfuerzo a mejorar el nivel medio del baloncesto de sus regiones más allá de campeonatos puntuales.

De poco sirve ganar uno de esos campeonatos o tener un buen resultado, a mi juicio, por supuesto, si por ejemplo luego la mayoría de las competiciones propias se desarrollan con dos o tres equipos que se dedican a ganar de paliza al resto, y lo que es peor, a “robar” jugadores a los equipos “pobres” aprovechando sus “ventajas competitivas y organizativas”.

No dudo que cada federación autonómica trabaja para mejorar, pero por lo que pude vivir creo que a veces se equivocan los puntos sobre los que se debe hacer hincapié o tal vez no se le dedican todos los recursos suficientes.

Todos estamos de acuerdo en que la labor educativa de los entrenadores es notable. No olvidemos que muchas niñas y niños pasan más tiempo con sus entrenadores que con sus profesores de ciencias o lengua, por ejemplo. Y en ocasiones, por desgracia, incluso pasan tanto tiempo como con sus padres. Entonces, ¿por qué no le damos a la figura del entrenador la relevancia que se merece?

La formación del entrenador tiene que ser buena desde todos los puntos de vista, no solo deportivamente hablando, porque la responsabilidad de su labor va más allá del deporte. Precisamente por eso se le debe dar la autoridad necesaria, como a los profesores, y también el reconocimiento económico equivalente.

Para todo eso es necesaria una regulación jurídica igual en todo el Estado, que se apliquen las medidas necesarias para que todos aquellos que hicieron en su día los cursos federativos puedan engancharse a esa nueva regulación sin necesidad de tener que empezar de cero. Bien unas pruebas, cursos de actualización, convalidaciones por experiencia demostrable… De tal manera que nos aseguremos que los equipos estarán entrenados por personas preparadas. Luego podrán ser mejores o peores entrenadores como pasa en cualquier profesión, pero que se cumplan unos requisitos que permitan a los jóvenes aprender y tener una buena experiencia deportiva y personal.

¿Cuánto tiempo y recursos dedican las federaciones a resolver esta problemática sobre la regulación de la figura del entrenador? Me temo que no muchos teniendo en cuenta que lleva coleando demasiado tiempo…

Un poco en la línea, hace poco Pepe Laso ofreció una conferencia de la que el periodista Miguel Lois, al que recomiendo seguir por su buen hacer informativo, extraía unas palabras en el siguiente tuit:



No dudo de que eso que comenta sea cierto, pero teniendo en cuenta lo que se paga al entrenador de baloncesto en formación… Tal vez se le debería pagar más, lo que comenté de valorar su trabajo, y que así pueda hacer una mejor labor con un grupo reducido, es decir, un equipo por temporada.

Así le respondí si no había comentado nada sobre la regulación profesional del entrenador de formación, y me contestó con otra interesante pregunta planteada por Laso:



Creo que Laso conoce el devenir del baloncesto formativo, aunque diría que él conoce mejor la parte digamos que benévola. Qué quiero decir con esto, que él no entrenó ni entrena a gente que no está comprometida con la mejora, es decir, se ocupa de jóvenes que pelean por mejorar y conseguir su sueño de alcanzar la élite. Vamos que dedica su tiempo al baloncesto formativo de elite, que como dije ya, es un porcentaje mínimo de la realidad. Y por eso que reclamo que las federaciones tienen que trabajar para todos, no sólo para la elite de su deporte.

¿Hay alguien que no reconozca esa importante labor educativa de los entrenadores? Todos leemos y escuchamos alguna vez las quejas de los profesores acerca de las dificultades que tienen para desarrollar su trabajo cuando tienen un número grande de alumnos de niveles dispares. ¿A qué entrenador no le suena esto? Las selecciones autonómicas están conformadas por la elite de su región con unos niveles homogéneos que para nada tiene que ver con el devenir habitual de un entrenador común.

En la actualidad ningún equipo puede competir sin un entrenador titulado en el banquillo. Un avance que se fue consiguiendo con el tiempo y que sin duda mejoró la formación deportiva. Y ahora, ¿por qué no exigir un entrenador ayudante (que puede ser en prácticas mientras realiza un curso) en cada equipo? ¿No mejoraría así la educación deportiva y personal de los jóvenes que conforman un equipo? Amén de que en caso de imprevisto (enfermedad u otros asuntos personales) los equipos siempre tendrían al menos un responsable preparado para entrenar.

Otra opción de mejora del baloncesto podría ser la obligatoriedad de que todos los clubes (y no solo los de la elite formativa) tuvieran al menos un psicólogo deportivo, un preparador físico y un fisioterapeuta. No olvidemos que la salud es lo más importante, y que mejor manera de demostrar ese interés que haciendo que los clubes dispongan de profesionales que velan por el bienestar de los jóvenes.

Sí, ya sé que los condicionantes económicos limitan esas posibilidades de mejora, pero teniendo en cuenta los precios de las inscripciones para algunas competiciones, ¿no se podrían ajustar esos requisitos para dedicar partidas presupuestarias a asuntos más relevantes que la competición?

Ya que me refiero a la competición. ¿En necesario que compitan los jóvenes desde temprana edad? En el minibasket, el baloncesto de canasta pequeña. Nunca me pareció bien, y ahora que tengo más experiencia, menos. Los niños pequeños necesitan jugar, pero competir… les basta y les sobra en los entrenamientos o si acaso en alguna concentración puntual de convivencia con otros equipos.

Hace poco en el periódico “El confidencial” se informaba sobre el caso del deporte en Noruega, donde no se compite hasta los 13 años, y sin embargo además de obtener unos resultados deportivos posteriores en la elite de gran nivel, lo mejor de todo es que la mayoría de los adultos continúan haciendo deporte. Y eso es algo que no ocurre en muchos sitios. ¿Cuántos jóvenes dejan el baloncesto (u otros deportes) porque acaban quemados antes de tiempo con unas exigencias y expectativas que no se ajustan a su edad?

Ya el colmo es ver como muchos clubes publicitan los resultados de los partidos de sus equipos de minibasket, y no digamos cuando se dedican a hacer crónicas y comentarios en redes sociales o a través de páginas web donde más que de deporte de formación, parece que están escribiendo sobre deporte profesional.

Y ahora que hago esa referencia a baloncesto de formación y baloncesto profesional. ¿Cuánto recursos dedican las federaciones a educar a entrenador, padres y jugadores sobre esas diferencias? Porque observando el comportamiento de unos y otros, tengo dudas de que sepan realmente cual es la línea que separa uno y otro baloncesto. Y así pasa que luego ves autenticas aberraciones en entrenamientos y partidos porque se piensan que estamos ante las nuevas estrellas del deporte.

Por cierto, ¿es obligatoria la figura del director deportivo? No estoy seguro, pero de no ser así, se me antoja necesaria, y que por supuesto tenga la formación necesaria, aunque dejaré ese tema para otro texto en el futuro, porque aquí también hay mucha miga si queremos que realmente mejore el baloncesto de formación.

Resumiendo, el nivel del baloncesto de una región está marcado por su nivel general y no el de su élite baloncestística, y por eso me parece un orgullo más entendido cuando se refiere a los buenos resultados de las selecciones autonómicas. Hay que preocuparse más por la mejora integral del baloncesto para que el desarrollo deportivo y humano de los jóvenes revierta en un crecimiento adecuado de la sociedad. Y entonces sí, sentirse orgullosos.

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