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miércoles, 2 de junio de 2021

El Estudiantes volvió a catear en la pista... y en los despachos

Por Jorge

Hace casi dos semanas que terminó la temporada regular de la ACB dejando tiempo para reflexionar sobre otro curso para olvidar del Estudiantes. Ojalá para aprender, pero tantas veces se repitió esta historia en este siglo, que será difícil solucionar los errores que se fueron cometiendo de manera continuada.

¿Nadie que tenga un mínimo de responsabilidad (y quizás de decencia) que trabaje en el club será capaz de darse cuenta de que hay que volver a los orígenes?

A nadie escapa que el baloncesto de ahora nada tiene que ver con el baloncesto amateur que existía cuando nació el Club Estudiantes en 1948 y luego durante muchos años más. La profesionalización que luego fue llegando no impidió que se mantuvieran esas raíces de rebeldía y contracorriente que enganchaba al aficionado y permitía un juego divertido y valiente encabezado por sus jóvenes jugadores. ¿Queda algo de eso en el Estudiantes de hoy? Me temo que nada más que su historia, y tal vez habría que aprender de ella.

Este siglo cuenta con tres descensos (2012, 2016 y 2020) que no se consumaron por cuestiones administrativas que impidieron el ascenso de otros equipos y hasta por una pandemia que cerró el curso por la parte baja de la clasificación. Y entre lesiones, mala suerte y problemas económicos siempre hubo una justificación para esas y otras malas temporadas. Pero ya está bien.

La revista “Gigantes del Basket” planteaba al día siguiente del descenso una serie de dudas acerca de lo que supondrá esta bajada a la segunda categoría del baloncesto español, y se apuntaba a la comparecencia institucional del presidente del Estudiantes, Fernando Galindo, para ver si se resolvían entonces, y a juzgar por sus palabras, todavía se mantienen.



El máximo mandatario estudiantil apelaba a la reflexión y la necesidad de hacer cambios, pero decía que su equipo de trabajo tiene la voluntad de seguir. Entonces parece que el cambio estará en la parte deportiva que será gestionada por gente de baloncesto, algo que parece obvio en un club de baloncesto, y puede que haya sido este despropósito uno de los motivos del descenso. Pensar que un club de baloncesto profesional no tiene la estructura adecuada para competir en la élite es llamativo a esta altura de la película.

Otro motivo de este descenso parece que es la deuda económica que arrastra el club con hacienda, y que desde luego es un problema notable, pero que debería quedar compensado con los patrocinios secundarios, y sobre todo con el principal, que es una empresa notable que continuará con el club, y que quizás aporta menos de lo que se piensa, más allá del nombre.



Cualquier seguidor de Estudiantes echará en falta en las palabras de los responsables del club la autocrítica necesaria en este tipo de situación más allá de ua asunción genérica de errores que derivaron en este descenso. Y tendrá que confiar en que de puertas para dentro sean más concretos para resolverlos y solucionar unos problemas que llevaron a este equipo a fracasar una y otra vez desde hace varios lustros.

En el plano deportivo que es el que más interesa al aficionado, la mayoría (por no decir todos) de los jugadores que fueron pasando por la plantilla del Estudiantes en este siglo fueron mercenarios. Extranjeros de medio pelo que salvo alguna excepción, fueron morralla que poco mejor baloncesto tenían comparados con los jóvenes jugadores de la cantera, y éstos últimos sin embargo sólo servían para cubrir plazas y expediente sin apenas participación seria en el juego del equipo. Una lástima porque en el último partido de este curso las bajas obligaron a tirar de chavales, y dejaron detalles que demostró que debieron tener más oportunidades. Y el ascenso del equipo EBA a LEB Plata es otra señal de que la chavalería puede ayudar al primer equipo si se les da minutos de juego.

El simpatizante del Estudiantes antes tenía el orgullo de poder decir que su equipo era un equipo de cantera formado mayormente por chavales que procedían de sus categorías de base, y ver como crecían en la competición era suficiente motivo de satisfacción por encima de títulos, que incluso llegaban en alguna ocasión, o por lo menos se competía cerca de ellos. Ahora hace tiempo que ese sentimiento fue desapareciendo hasta llegar a este tiempo de retales.

Por cierto, un inciso sobre el equipo femenino del Estudiantes, y su parcela deportiva que lleva camino de repetir fórmula. En la temporada recién terminada se jugó copa y playoffs de liga femenina, todo un éxito para un equipo que había ascendido, pero repasando su plantilla, más de lo mismo, muchas jugadoras extranjeras, que en su caso sí rindieron a gran nivel, pero protagonismo mínimo de la cantera. Y tal vez se podría sacrificar competición, que al final la diferencia con los tres o cuatro grandes del baloncesto femenino será insalvable por ahora, y apostar más también por las jóvenes que llegan desde abajo, aunque aquí la “profesionalización” tantas veces reclamada para el baloncesto femenino sea un hándicap, porque el tiempo y dedicación de las jugadoras sí es profesional, pero me temo que los sueldos no (salvo para las grandes “estrellas” de la liga), y ese es un problema porque algunas jugadoras prefieren seguir jugando en liga femenina dos con menos exigencias deportivas para poder compatibilizarlo con la seguridad de otro “trabajo de verdad”.

Volviendo al equipo masculino, ahora con el descenso no debe haber excusas. Jugar una liga con menores exigencias económicas debía ser el punto de partida para apostar de una vez por la cantera tantos años abandonada, hacer una planificación adecuada desde la base, mejorando entrenadores, captando talento y formándolo para volver a ser el club de cantera que hace tiempo que dejó de ser, y que ese sea el punto de partida para afrontar el ascenso.



La historia hará difícil que desaparezca el Estudiantes, y su trabajo con el desarrollo de una cantera social de baloncesto para todos que amplía y mejora sus horizontes, pero si quiere mantenerse en la élite deportiva necesitará volver a sus orígenes para no deambular por el baloncesto profesional.

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