Por Jorge
Como entrenador tengo que confesar que hay dos cosas, si me dáis algo de tiempo seguro que saco unas cuantas más, que me revientan. La falta de ánimo en un equipo, en un banquillo. Y ver a jugadores que tienen un fallo y sigue jugando acordándose de ese error.
Sobre lo primero en ocasiones me ha tocado formar parte de banquillos que durante los partidos es tal el ánimo que tienen y que sobre todo transmiten a sus compañeros, que la verdad, he visto más alegría en algunos cementerios. Pero bueno, dejemos eso para otra ocasión.
Centrándome en lo segundo, no sé como demonios solucionar esos casos, porque por más ánimo y confianza que dé a esos chavales, no dejan de lamentarse, y uno se descorazona viendo esas caras de pena, de lamento, e incluso de enfado consigo mismos y con el mundo.
A nadie le gusta equivocarse. A nadie le gusta errar un pase, o fallar un tiro cómodo que habitualmente anota. Pero esos errores y otros muchos son habituales en cualquier entrenamiento o partido.
Recordar los errores es bueno para corregirlos en próximos entrenamientos y partidos, para analizar porqué se produjeron, y conocer que soluciones podrán aplicarse, pero eso tiene que hacerse en la tranquilidad del banquillo, sin el balón en juego, durante un tiempo muerto, en los entrenamientos posteriores al partido, pero jamás mientras se está jugando, así que no tiene sentido seguir pensando en ellos.
En una entrevista a Sergio Llull publicada hace un tiempo en “El País”, a la pregunta de si su padre le regaña alguna vez, éste responde: “Me regaña cuando me enfado con los árbitros, cuando juego enfadado por malas decisiones mías, por perder un par de balones... Cuando juego enfadado, me regaña.”
La entrevista no recogía el motivo por el que el padre le regañaba por jugar enfadado, pero no me extrañaría que la justificación tuviera que ver con lo que estoy contando aquí.
Como entrenador de formación estoy cansado de ver al chaval que falla un tiro y vuelve a la defensa dando bandazos con la cabeza, lamentándose y lo que es peor, pensando en ese error, cuando el partido continúa, de manera que su “cuerpo” sigue jugando pero su mente está en ese fallo, y no en el juego presente. Resumiendo pierde la concentración, y sus gestos no animan precisamente al resto del equipo.
Así pasa que luego tampoco la defensa es buena, y lo más probable será que a un error le siga otro error. Y si esta dinámica se mantiene algunos minutos, ya ni te digo lo que eso va a suponer para el equipo.
Ya el colmo de esta situación se produce cuando el chico/a no sabe reconocer un error-acierto de resultado o de decisión. Por supuesto me refiero a chavales que llevan tiempo jugando, no a niños que están empezando. Es decir, acciones cuya decisión fue acertada pero cuyo resultado no fue bueno provocan malestar mientras que decisiones equivocadas (tirársela con tres tíos encima) que acaban con un acierto de resultado (canasta) pasan por buenas acciones. Da igual que te desgañites tratando de hacerles entender la diferencia, pues algunos erre que erre no lo quieren entender.
A veces pienso que esos enfados están detrás de esos padres exigentes, todos conocemos algunos casos, que no saben distinguir el baloncesto de formación del profesional de tal manera que los jóvenes se pasan el partido estando pendientes de ellos, y si lo hacen bien o mal, luego reciben una charla de padre y muy señor mío cuando llegan a casa… cuando muchos de esos padres en ocasiones no saben muy bien donde tienen la mano derecha.
También es verdad que hay jóvenes deportistas demasiado perfeccionistas que no necesitan de padres exigentes, y que pese a estar jugando bien y aportando todo tipo de acciones positivas para su equipo, de repente un error empaña para ellos todo lo hecho hasta entonces, de manera que todo lo bueno que hayan hecho parece que deja de existir, cuando eso no es así.
Si algunos de los chicos/as que tengo la suerte de entrenar leéis estas líneas, por lo que más queráis, cuando falléis un tiro o cometáis un error, paciencia. No pasa nada, aprender del error, pero seguir jugando. El juego sigue, y hay que pensar en la siguiente acción sin acordarse de lo anterior, porque lo anterior ya no sirve de nada. Ya habrá tiempo de recordar errores en futuros entrenamientos, para corregirlos y que no se vuelvan a producir. Pero la concentración debe mantenerse si no se quiere tener un fallo detrás de otro.
Y si algún entrenador, que tiene que lidiar con este mismo problema me lee, sólo puedo hacerle algunas recomendaciones para que no se suba por las paredes cada vez que alguno de sus chicos/as se esté acordando de un fallo: mirar para otro lado, exigir que mantengan la concentración, dejarles bien claro la diferencia entre una buena-mala decisión y el acierto-desacierto del resultado posterior, y sobre todo animar, no queda otra.
La última (e imposible) barrera de Nikola Jokic
Hace 1 hora
4 comentarios:
Totalmente de acuerdo.
Y ya que mencionas a Llull, añado que no logro entender lo que vengo leyendo desde hace un tiempo; que el Madrid lo quiere hacer jugar de base ( ? ).
Saludos.
Creo que Llull puede llegar a ser un buen base, pero para eso se requiere tiempo y paciencia, que no creo que tenga el Madrid, y eso tampoco te garantiza nada.
Como escolta explosivo y anotador, Llull ha demostrado su valía, y otra cosa es que en momento puntuales pueda ayudar a subir la bola.
Veremos como se desenvuelve esta temporada que viene.
Saludos Mo.
Buenos días Jorge!
Permíteme que te tutee, creo que hay confianza ya que uno de tus chicos es mi hijo.
Me he releido este tema y estoy totalmente de acuero contigo. Sólo me gustaría abrir la puerta a la posibilidad de que dicho enfado, con el fallo personal, también lo sienta el propio entrenador consigo mismo, dejando a los chicos bastante desconcertados, y más cuando el entrenador da por hecho que sus chicos tienen que saber salir de la situación sin recibir por parte de su entrenador (líder) un comentario con las pautas a seguir para salir de esa situación.
Por supuesto que el entrenador tiene derecho a aprencder de la situación, pero como bien dices tomando nota y hablar con los chicos en el siguiente entrenamiento(sin duda que por enésima vez). Creo que lo equivocado es mostrar ese enfado en el mismo partido, dejando al equipo sin esas instrucciones.
Muchas gracias por tu atención.
Agradecido anónimo padre por dejar tu opinión.
Saludos.
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