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jueves, 16 de junio de 2022

Mejorar las condiciones laborales de los entrenadores de base

Por Jorge

A veces, a lo largo de una temporada, son recurrentes las reivindicaciones y los lamentos de los entrenadores de formación por sus pobres condiciones laborales. Especialmente las económicas, pero también porque no se tiene muy buena consideración acerca de su responsabilidad en la formación de los jóvenes y no tan jóvenes.

Hace unas pocas semanas volvió a pasar a través de las redes sociales, y ahora que acaba la temporada, en esta última entrada de BA-LON-CES-TO hasta septiembre, puede ser buen momento para volver a poner el tema encima de la mesa y tenerlo muy en cuenta para el próximo curso deportivo.

Importancia de la actividad deportiva
Los peores momentos de la pandemia del COVID evidenciaron la importante labor del personal sanitario. El trabajo de toda la gente vinculada con la producción, distribución y venta de productos de primera necesidad, principalmente relacionados con la alimentación, así como del sector de la limpieza, se consideró esencial.

Ahora que aquellos tiempos parecen lejanos, pero que no lo son tanto porque todavía enferma y mueren demasiadas personas, no sé si se mejoraron las condiciones laborales de toda esa gente, me temo que no, y la verdad es que si a alguien nos interesa tener “contentos” en su trabajo es a la gente que nos da de comer, y a quienes nos cuidan cuando estamos enfermos.

Con esta pequeña introducción no pretendo comparar el deporte de base con los sectores mencionados, pero lo cierto es que en los peores momentos de la pandemia, durante el confinamiento, también se demostró la importancia del deporte. Muchos clubes mediante diferentes actividades a distancia gracias a la tecnología, pudieron animar a todos esos jóvenes que se quedaban en casa a seguir entrenando, con limitaciones pero entrenando al fin y al cabo, y en general, mucha gente trataba de mantenerse en forma siguiendo alguna rutina deportiva por “streaming”. Ni que decir tiene que luego en cuanto hubo la posibilidad de salir a hacer deporte, salieron deportistas hasta de debajo de las piedras.

Hace tiempo que la actividad física de los niños y jóvenes dejó de estar presente en la sociedad como lo estuvo en el siglo pasado. Antes se hacía la vida en la calle, se estaba jugando en el parque o se iba a pistas deportivas públicas a jugar, al fútbol principalmente, pero también se jugaba a lo que fuera: escondite, juegos de correr como el pilla-pilla, con raquetas, o simplemente haciendo el ganso con columpios o sin ellos, y montando en bicicleta de aquí para allá.

La consecuencia de ese cambio social es que los índices de obesidad no dejan de crecer, y ahora que cuesta ver a la chavalería jugando en la calle, esto se paga con carencias motrices en las clases de gimnasia o en las actividades deportivas extraescolares que son los únicos lugares donde hacen deporte. ¿No tendrá importancia entonces el trabajo de los entrenadores de base?

El trabajo de un entrenador
Me parece que no es mucha la gente que tiene una noción clara de cuál es el trabajo de un entrenador, y no estaría mal que se hiciera algún tipo de campaña informativa para dar valor a nuestra labor.

Es lamentable que cuando te preguntan a qué te dedicas y respondes que eres entrenador de formación en clubes de base o en colegios, luego te digan, “ya, ya, pero a qué te dedicas”, como si fuese una tarea sin importancia que puede realizar cualquiera, y que por tanto carece de consideración. Y lo peor es que esa pobre impresión muchas veces procede de los propios gestores del deporte de base.

Un entrenador tiene que planificar la temporada al inicio de curso, y establecer unos objetivos individuales y grupales. Ese plan tiene que ser flexible porque según evolucione la temporada y se vaya haciendo evaluación continua de la misma habrá que hacer adaptaciones, correcciones y cambios. Y este trabajo se realiza fuera de las horas que se pasan en la pista, porque mucha gente se piensa que sólo se trabaja en el campo, cuando la realidad es que se trabaja más fuera que dentro.

Otro ejemplo de ese trabajo fuera del horario del entrenamiento es la elaboración de las sesiones de entrenamiento que luego se harán en la cancha. Los entrenos no vienen caídos del cielo, y si se hace un buen trabajo estarán redactados y con multitud de detalles, porque el entrenador no hace sólo un entrenamiento para cada día, sino que previendo posibles contratiempos (ausencias, molestias o lesiones durante la práctica, cambios de ejercicios, etc.) tiene que tener tres o cuatro planes. Porque la improvisación te puede salvar un día, pero si no se lleva todo bien preparado, al final la enseñanza no será correcta.

Luego, después del entrenamiento, hay que evaluarlo, tomar nota y ver si se cumplieron los objetivos, tener en cuenta lo sucedido para el siguiente entrenamiento, y enmarcarlo todo dentro de la planificación inicial.

También, fuera del horario de pista se encuentran las conversaciones con los gestores del club, con los jóvenes deportistas, y con las madres o padres que hacen alguna consulta, todo ello para favorecer la tan necesaria comunicación.

Si además se hace algún tipo de “scouting” propio y ajeno, hay que ver partidos y hacer algún tipo de corte de vídeo para favorecer la enseñanza técnica y táctica de los jóvenes deportistas. Por no hablar de conversaciones con otros entrenadores del club o ajenos para seguir aprendiendo y mejorar.

Sirva este breve repaso para demostrar que el entrenador hace mucho más que pasar dos o tres horas por semana en una pista de baloncesto más el partido del fin de semana. Por cierto, partido que puede ser en horario y día cambiante, que cuando se juega fuera de casa implica un desplazamiento, es decir, que puedes pasar un domingo completo de “excursión”, cosa que no le pasa a la mayoría de los trabajadores. Y digo yo que no se puede remunerar igual trabajar un jueves que un festivo.

¿Qué necesitan los entrenadores de base?
Muchos entrenadores no tienen contrato, y cobran muy por debajo de lo que deberían. Eso sí, luego la responsabilidad y la exigencia que recae sobre sus espaldas no disminuye, más bien al contrario. Y todo el mundo quiere tener al mejor entrenador posible aunque se le pague como si cualquiera valiese para ese puesto. Y es lamentable que ahora se siga cobrando en muchos casos lo mismo que hace lustros por no decir décadas.

Hace mucho tiempo, el siglo pasado otra vez, es verdad que cualquiera podía entrenar, de hecho a poco que se supiera algo de baloncesto ya valía para ponerse manos a la obra. Afortunadamente eso cambio, y ahora se necesita una titulación para poder entrenar, y así garantizar una formación mínima que posibilite la enseñanza deportiva adecuada.

La titulación no es barata, y tampoco estaría de más que mejorase su regulación. Hace varios años el gobierno trató de ordenar la titulación de técnico deportivo, pero eso chocó con las titulaciones federativas que regían previamente. Así habría que respetar a aquellos que obtuvieron sus títulos federativos, independientemente de que luego quien quiera pueda ampliar su formación haciendo los cursos para la nueva titulación académica. Y es que llama la atención que se pueda hacer de menos a las titulaciones que proceden de las federaciones, pues quienes sino estarán más preparados para desarrollar los conocimientos necesarios de un deporte que sus propias federaciones.

El caso es que si este problema de titulaciones no se soluciona es porque el sector privado y las federaciones quieren mantener su negocio y obligar a los entrenadores a seguir haciendo cursos que reporten más dinero para sus cuentas, y, sin embargo, me parece que eso no repercute luego en mejoras laborales para los entrenadores.

Dinero para mejorar el salario de los entrenadores
Todos sabemos que las estructuras del deporte base hacen aguas por todas partes. A todo el mundo se le llena la boca con los grandes éxitos del deporte profesional, pero si sólo se hacen fuertes inversiones en la élite, al final se irá todo a pique al carecer de fuertes cimientos en la base.

Hay que dar importancia al deporte base para la sociedad con la inversión y gestión adecuada, porque el deporte profesional no sólo vive de deportistas que alcanzan la elite, también lo hace de los deportistas aficionados que luego llenarán los estadios, que serán futuros árbitros, entrenadores, gestores, y madres y padres de otros deportistas.

Y así llegamos al punto crítico del salario de los entrenadores. Y me parece que para mejorar esa compensación económica hay que recurrir a dos vías. Una regulación de mecenazgo o patrocinio que permita más inversión privada en el deporte de base, y en muchos casos también subir las cuotas que deben abonar los jóvenes deportistas.

Me parece que sobre el primer punto estará de acuerdo la mayoría, pero el segundo levanta ciertas suspicacias, y es que algunos dudan de que las familias puedan hacer frente a ese incremento de pagos en clubes y colegios, cosa que no dudo en algunos casos, pero no en la mayoría.

Al referirnos a las cuotas hay que acudir a la comparación. Cuando una familia decide que sus hijos tienen que mejorar su inglés (chino o el idioma que sea) o aprender a tocar un instrumento musical o hacer otra actividad artística, no parece que el dinero sea un problema aunque luego los resultados tal vez no sean demasiado satisfactorios. ¿Por qué no se paga del mismo modo la cuota de un equipo deportivo? ¿Acaso tiene menos valor la actividad deportiva?

Igual que muchas personas desconocen el trabajo que hace un entrenador, también ignoran que su tarea no consiste sólo en enseñar las habilidades propias del deporte, en este caso el baloncesto. El trabajo en equipo, el respeto por el reglamento, los compañeros y los contrarios, la perseverancia y el autocontrol ante la adversidad, el dar valor al esfuerzo por encima del resultado, saber competir, saber ganar y perder, y por supuesto, todo lo que tiene que ver con los hábitos saludables que genera la actividad deportiva. Todo eso y mucho más se puede aprender gracias a la enseñanza deportiva.

Para quienes creen que ya se paga suficiente, decirles que antes no se pagaba por ver televisión, y cuando surgió la televisión de pago no nos hizo (a algunos sigue sin hacernos) gracia, pero ahora tienes que pagar si quieren tener emisiones de más “calidad”, prueba de ello la tenemos con el baloncesto. Si quieres ver ACB, Euroliga o NBA de manera legal, tienes que pagar. ¿Queremos la mejor experiencia deportiva para nuestros hijos (jóvenes)? Pues hay que pagarla.

Porque no veo a muchas familias que se quejen (o si lo hacen al final pasan por el aro) por tener que pagarles teléfonos móviles de alta gama a los hijos cada vez a edades más tempranas, con su internet y suscripciones a plataformas de contenidos audiovisuales correspondientes, y no sé si ese “capricho” es muy beneficioso para los jóvenes (en realidad, para nadie independientemente de la edad).

Pasar a la acción
Los entrenadores llevamos demasiado tiempo aceptando condiciones inaceptables. Y las buenas palabras ya nos las conocemos todos. Si no se pasa a la acción será difícil conseguir mejoras.

En este punto hay que reconocer que no es fácil poner de acuerdo a todos los entrenadores, porque no todos son iguales, y a grandes rasgos podemos distinguir tres tipos: entrenadores que están dentro del baloncesto profesional, los entrenadores de base que compaginan el entrenamiento con otra actividad laboral o con los estudios, y para los que el baloncesto no deja de ser un sobresueldo o un dinero que les llega por hacer aquello que les gusta, y los entrenadores que tratan de ganarse la vida con su trabajo exclusivo como entrenadores.

Los primeros es difícil que se movilicen, bastante tienen con mejorar su situación que en según qué categorías tampoco es muy boyante, aunque algunos sí se muestran solidarios con los entrenadores de base por cuanto reconocen el trabajo que hacemos, y no olvidan de donde salieron ellos también. Los segundos son el grupo más conflictivo porque todos estarán más o menos de acuerdo en las reivindicaciones, pero para unos disponer de un sueldo estable como para otros de dinero para sus “caprichos” mientras estudian, quizás no les anime a la movilización, de hecho, que se regularice la situación no les agrade tanto por cuanto dejar de cobrar en negro les haga tener que pagar un pico a hacienda a unos por tener dos pagadores, y a otros ver reducidos sus ingresos por tener que pagarse seguridad social y demás. Y, por último, parece que al tercer grupo debería de ser menos difícil de convencer para la movilización en aras de mejorar sus circunstancias.

La huelga, una posibilidad
Primero habría que hacer una campaña informativa por parte de las asociaciones de entrenadores para adoptar las medidas reivindicativas dirigidas a mejorar nuestras condiciones laborales. Y eso debiera implicar ponerse en contacto con asociaciones de otros deportes, porque imagino que los entrenadores de base de la mayoría de los deportes están en la misma situación.

Aquí la dificultad radica en que la asociación nacional (AEEB) o el sindicato (SINEB) de entrenadores se preocupan sólo de los entrenadores del baloncesto profesional. Por cierto, es curioso, por cuanto en realidad la mayoría de los entrenadores pertenecen a los otros dos grupos citados. Y, por otro lado, las asociaciones regionales no existen en todas las comunidades autónomas (lo que beneficia a sus federaciones para campar a sus anchas), por lo que en algunas zonas habría que tirar del “boca-oreja” de contactos y redes sociales para movilizar al mayor número de personas posible. Otro hándicap aquí está en que estas asociaciones tienen como principal trabajo, y muy bueno, por cierto, de facilitar formación, pero no tanto el de “tocar las narices” a gestores y federaciones autonómicas de su región, y a lo mejor no se quieren “meter en líos”.

Sea como fuere, ahora que acabó la temporada quizás sea tiempo de definir un calendario de actuaciones para el próximo curso, reuniones con asociaciones de entrenadores de otros deportes, con las federaciones, hacer charlas informativas, definir actos reivindicativos, hacer parones puntuales de actividad, y llegados el caso, una vez que se tengan claros los puntos a mejorar (y creo que la mayoría los tenemos claro) ir a la huelga si es necesario para que nos hagan caso si no mejora la situación.

¿Alguien se imagina que pasaría si todos los entrenadores de base cesaran su actividad durante una semana de octubre o todo el mes de noviembre? Lo que es seguro es que la sociedad se daría cuenta de la importancia de nuestro trabajo, y a lo mejor así sería más fácil conseguir el objetivo de mejorar nuestras condiciones laborales.

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