Por Jorge
- “El baloncesto invisible” - Miguel Panadés
El autor que ahora ejerce como director deportivo de un club, trabajó como periodista para la mítica revista “Gigantes del Basket”, y también formó parte de la Federación española de baloncesto.
El libro (editado en 2018) es un compendio de detalles y reflexiones sobre la enseñanza del baloncesto y de la necesaria importancia del trabajo del entrenador, no solo desde el punto de vista estrictamente deportivo, con mucho sentido común y a partir de las experiencias del autor.
Defiende el rigor en la enseñanza, incluso en etapas tempranas de la educación deportiva, para conseguir que niñas y niños puedan “jugar mejor a baloncesto con el único y exclusivo fin de que sean más felices y durante más años con nuestro deporte”, y sin que eso esté reñido con el humor y la diversión. Y es que el buen entrenamiento inicial evitará defectos técnicos que difícilmente se podrán corregir en el futuro por falta de tiempo, ganas o capacidades.
Por ir a cuestiones más concretas, según el autor, los entrenadores deberán priorizar al principio de la enseñanza deportiva el trabajo sobre aspectos físicos (equilibrio y coordinación, por ejemplo) que ayudarán al posterior desarrollo de los gestos técnicos, entre los que destacará al tiro.
También considera que el entrenador tiene que tener la mente abierta para dudar y adaptar su metodología, entendiendo que no todos los jugadores son iguales, y que lo que vale para uno no tiene porque valer para otro. Y hace hincapié en la necesaria formación continua, destacando que más importante que la puramente baloncestista, es la referida a habilidades comunicativas, psicológicas y pedagógicas, porque el conocimiento del juego está muy bien, pero tan importante o más es el de saber relacionarse con las personas (jugadores, padres, directivos, etc.). “De ahí la transcendencia de medir lo que se hace y lo que se dice y, sobre todo, cómo se hace y cómo se dice.”
Como la vida del baloncestista puede ser muy larga aunque no se llegue a la élite, aboga por fomentar una buena base física que permita esa posibilidad al jugador que “pone de su parte en el cuidado de su salud dentro y fuera de la pista.”
El adjetivo invisible que aparece en el título del libro se utiliza por contraposición al baloncesto visible, que es el que aparece en los medios de comunicación, el baloncesto profesional, y que, sin embargo, es un baloncesto minoritario en comparación con el baloncesto común que vivimos la mayoría.
Invisible aparece por primera vez en el texto cuando se refiere al entrenador, ese primer entrenador que tuvo el autor. Uno de esos entrenadores que como la mayoría, trabajan de manera anónima como profesionales, con una dedicación obsesiva por mejorar el baloncesto (y lo que no es baloncesto) de sus jugadores, sintiendo el baloncesto “desde que abren los ojos cada mañana hasta que los cierran cuando se duermen.” Y todo por una compensación económica que sólo puede complementar la que se recibe por otra profesión…
Apunto por mi parte, que si todos asumimos de la importancia de la actividad deportiva para tener una sociedad mejor, ¿por qué no se retribuye como se merecen a los responsables de ella?, ¿cuándo se dará un paso al frente para exigir esa justicia económica?, me pregunto, consciente de que vivimos en un mundo tan injusto que será difícil que lo veamos algún día.
Libro de lectura fácil y amena (apenas 150 páginas) puede gustarle a cualquier aficionado que ame el baloncesto, pero también puede ser interesante para madres y padres que decidan apuntar a sus hijos al baloncesto y que desconozcan lo que puede significar para ellos este deporte.
Especialmente creo que debería ser lectura (y relectura habitual) obligada para esos entrenadores invisibles, que tienen una gran responsabilidad a la hora de intentar que la afición y amor por nuestro deporte continúe en el futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Bienvenido a BA-LON-CES-TO.
¡Muchas gracias por hacer tu comentario!