Por Jorge
Primera reflexión del curso sobre algunas ideas que quizás puedan ayudar a otros entrenadores de jóvenes deportistas (el baloncesto de la mayoría) a la hora de afrontar esta nueva temporada, haciendo especial hincapié en que los deportistas son la piedra angular de su trabajo.
Ganas de mejorar
Ahora que empieza un nuevo curso baloncestístico, raro es el entrenador que no llega cargado de ideas sacadas de esos partidos que pudo ver durante el descanso estival en aquel campeonato de selecciones cadetes, o de esas nuevas lecciones de estrategia vistas en la última copa del mundo. Ni que decir tiene de aquellas charlas de reputados entrenadores de élite a las que asistió, o que se pueden ver por internet, que también dejará caer por sus entrenamientos… aunque poco o nada tengan que ver con el baloncesto de su equipo.
Nada de malo hay en querer mejorar a los jugadores, pero volviendo a la pregunta inicial sobre los diferentes baloncestos: ¿Tiene que ser el baloncesto de un equipo de minibasket como el que juega una selección cadete? ¿Es el mismo baloncesto el que puede hacer un equipo cadete de un colegio que el del cadete de la cantera de un equipo profesional?
La clave para mejorar estará en saber adaptarse al nivel y las necesidades del equipo que se entrena, de sus jugadoras o jugadores. Conocer donde se está será fundamental.
Objetivos
Los clubes, colegios o entidades deportivas tienen sus objetivos antes de empezar el curso. Las madres y padres de los deportistas también. Pero los objetivos más importantes son los de los deportistas, y a veces ni sabemos ni nos preocupamos por saber cuáles son.
Muchos entrenadores piensan que los jugadores quieren mejorar tanto como ellos presuponen. Creen que todos quieren alcanzar su mejor nivel posible. Que les gustaría entrenar cuatro días en lugar de tres, y si el fin de semana no hay partido, añadir otro entrenamiento más. Y seguro que alguna jugadora esté en ese punto. Pero también habrá quien esté en el otro extremo, y si se entrena un par de días ya le llega, y si el fin de semana no hay partido, pues aprovecha para hacer otra actividad.
La casuística puede ser variada, por eso los objetivos de los entrenadores nunca se pueden elaborar sin tener en cuenta antes los de los jugadores, para luego ponerlos en común a la hora de establecer un objetivo colectivo.
Adaptación
Si una cualidad tiene que tener un entrenador es la adaptabilidad. Saber adaptarse a los deportistas que va a entrenar, sean jóvenes o no tan jóvenes, pero especialmente en edades tempranas, es fundamental. Cualquier error en ese momento, luego va a ser muy difícil de corregir, y es que la huella positiva o negativa de esos primeros años puede marcar la futura vida, al menos deportiva, de esas niñas o niños.
La mejor manera de saber los objetivos de las jugadoras o jugadores que se entrena es conociéndoles al principio de temporada. Preguntarles por qué están allí. Por qué juegan al baloncesto. Por qué se apuntaron a esa actividad.
La homogeneidad no es común en el baloncesto de base, por eso es importante que un entrenador sepa si esas chicas o chicos están allí obligados por sus madres o padres, si van porque están sus amigos o amigas, o si realmente son aficionados y existe años de experiencia previa.
También está bien saber si sus objetivos son ganar partidos o mejorar de categoría, o sólo pasárselo bien (muy importante en este punto que expliquen qué es eso porque no es lo mismo para todos) o hacer un poco de deporte (lo mismo les da hacer baloncesto que otro).
Luego más allá de esa idea general habría que conocer después objetivos más concretos, y si no los tienen ayudarles a establecerlos pero siempre dentro de ese parámetro inicial apuntado por ellos que debe ser básico.
No se puede entrenar igual a un grupo que sólo quiere hacer un poco de deporte, que a otro que quiere ganar el campeonato, como no se puede entrenar igual al que está dispuesto a entrenar las horas que haga falta para mejorar su tiro, que al que con “cumplir” le llega. Nadie dijo que entrenar fuera fácil. Por eso saber cuáles son los objetivos de jugadoras y jugadores ayudará mucho.
Líneas rojas
Por supuesto, independientemente de que los objetivos sean más o menos ambiciosos por parte de los deportistas, siempre deben cumplirse con una serie de básicos que son imprescindibles para desarrollar cualquier actividad y que para mí son: respeto, atención y esfuerzo.
Cualquier entrenador que se precie no puede dejar que se pasen por alto esos tres requisitos que debe cumplir cualquier deportista. Sin respeto por el juego, sus reglas, y sobre todo, por las personas involucradas en él, no se puede jugar. Y sin prestar atención y sin esfuerzo, por mínimos que sean, tampoco se puede jugar.
Los entrenadores debemos dejar claro al inicio de la temporada que esas deben ser las líneas rojas que nadie (él tampoco, por supuesto) se puede saltar. Sólo así se podrá conseguir cualquiera que sea el objetivo que se tenga antes de empezar la actividad.
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