Por Jorge
El lagunero muestra dos caras como si se tratase de un Doctor Jekyll y Mr. Hyde del baloncesto, pues por un lado se siente esperanzado ante una posible temporada de éxitos, y por otro observa decisiones que le invitan al pesimismo de otro curso que pasaría con más pena que gloria.
El lagunero Jekyll
Trece jugadores de la plantilla repiten del curso pasado, sólo Spencer Dinwiddie (Mavs) y Taurean Prince (Bucks) salieron del equipo. Y llegaron vía draft, Dalton Knecht (nº 17) y Bronny James (nº 55). El primero es una rara avis, un jugador hecho (cinco cursos en el baloncesto NCAA y 23 años) que tal vez esté demasiado cerca de su máximo potencial, pero que puede rendir ya y quién sabe si llegar a ser el “robo” del draft para convertirse en un jugador notable. El segundo ya sabemos por qué está en el equipo, y su concurso se antoja que será anecdótico más allá de que en algún momento pueda ser un “perro de presa” defensivo.
Así para algunos la ausencia de movimientos importantes en el mercado de verano, llegada de nuevo entrenador, J.J. Redick, y renovación de James (1+1) aparte, lo ven como un error, mientras que otros lo consideramos un buen punto de partida porque los jugadores se conocen, están adaptados a la ciudad y a todo lo que rodea al equipo.
El entrenador de hecho aprovechará esa circunstancia pues ya anunció en el “Media Day” que el quinteto titular sería el conformado por D´Angelo Russell, Austin Reaves, James, Rui Hachimura y Anthony Davis, el cinco que mejor rendimiento dio al equipo al final de la temporada pasada. Asimismo insistió a su quinteto sobre la necesidad de tirar más de tres puntos para mejorar un apartado en el que se estuvo entre los peores de la liga.
El pasado curso se alcanzó una séptima posición en el oeste (47 victorias – 35 derrotas) para entrar en playoffs a través del play-in, y este año la continuidad debería ayudar a subir posiciones, pues si bien hay equipos que deben mejorar como Sacramento, Houston y Memphis, otros como Clippers y Denver parecen estancados y Minnesota puede notar el cambio de cromos (Julius Randle y Donte DiVincenzo por Karl Anthony Towns) para mal.
Por otro lado parece que los jugadores tienen claro que la clave será la defensa, pues James dijo que hay que mejorar en la transición defensiva, y mientras Redick elogiaba a AD como uno de los mejores jugadores defensivos del mundo, éste considera que Lakers tiene que estar entre los cinco mejores equipos defensivos para estar arriba al final de la temporada.
La visión optimista colocaría a Lakers entre los cinco mejores equipos de la conferencia, para evitar el play-in y superar un par de rondas de playoffs, y quién sabe si dar la sorpresa y superar una final de conferencia.
El lagunero Hyde
Los focos miran a L.A. en buena medida gracias a LeBron James. Tener en la plantilla al mejor jugador de la historia (por trayectoria, no por su nivel actual, que ojo, sigue siendo increible) tiene sus réditos, y apuntando al corto plazo, si fuera por Lakers, James terminaría su carrera con ellos.
Insisto, la mercadotecnia y la economía pueden estar de ese lado, pero deportivamente supone retrasar lo inevitable como pasó, en cierto modo, con la retirada de Kobe Bryant, por ejemplo. Con el esperpento añadido de que la franquicia está en sus manos pues James es responsable de la elección de su hijo en el draft, menos mal que gastando sólo una segunda ronda intrascendente, para cumplir su “capricho” cuando el chaval no tiene nivel, ni ahora mismo y me temo que tampoco en el futuro (ojalá me desdiga), para jugar en la NBA. Y a eso también hay que sumar que en la elección del entrenador posiblemente haya tenido también mucho que ver (hacía un podcast con Redick)
Y hablando del entrenador, Darvin Ham dirigió al equipo hasta una final de conferencia perdida contra el futuro campeón de 2023 y al año siguiente se perdió en primera ronda también frente a ese vigente campeón luego de ganar la primera “Copa NBA”. Todo esto con récords positivos en un oeste muy duro. Tal vez faltó paciencia y la misma continuidad con la plantilla se pudo tener con él.
Por cierto, Redick quiere más triples, y puede tener sentido con jugadores como Hachimura que tendrá muchos tiros liberados, pero no sé si lo tiene con otros como Davis, cuyo porcentaje (menos del 30% en su carrera) está lejos del acierto que sí tiene en la pintura, y hacerle jugar demasiado por fuera puede convertirse más en una desventaja que en una ventaja.
LeBron va a comenzar su séptima temporada en L.A. y el balance no es todo lo bueno que le gustaría al aficionado, temporadas sin alcanzar los playoffs, un anillo con asterisco (por la pandemia) aunque título al fin y al cabo, una final de conferencia y un torneo de “Copa”. Muchas franquicias firmarían poco más de un lustro así, pero los Lakers no se pueden conformar con eso y una superestrella como James debería de haber significado mejores resultados.
Y alguno dirá que Lakers tampoco tenía muchas opciones mejores, pero pensando a medio plazo tal vez se pudo hacer algo antes, como un traspaso de James por… Giannis Antetoukoumpo, por ejemplo, más joven y con más hambre deportiva. Y dicho esto, por supuesto, como seguidor angelino “el lagunero” desea la mejor de las temporadas en este nuevo curso y que LeBron y todo el equipo juegue de maravilla para llegar muy lejos, pero por lo visto en pretemporada me temo que el curso será un circo como se pudo ver en el partido frente a Milwaukee, cuando los muy suplentes (jugadores que quedarán fuera del equipo) remontaron en el último cuarto, y James se dedicó a hacer el payaso en el banquillo. Una imagen anecdótica, pero que está lejos del comportamiento elegante que debería demostrar en sus últimas temporadas en la liga.
Leyendas
En la primera entrega de la temporada el lagunero no puede olvidarse de las leyendas angelinas. Y es que Jerry West, el logo, falleció el pasado 12 de junio. La importancia de su figura en los históricos éxitos angelinos se verá reflejada esta temporada por el distintivo que llevará en su honor el uniforme de Lakers con su número 44, a lo que se sumará una celebración especial en el primer partido del año frente a Minnesota.
West además entró el pasado fin de semana en el Salón de la Fama del baloncesto por tercera vez por su contribución al juego en sus diferentes facetas como manager y directivo pues ya lo hizo como jugador y como miembro del equipo olímpico estadounidense que ganó la medalla de oro en 1960.
Y otro angelino legendario, Michael Cooper, triplista y especialista defensivo de los Lakers campeones del “Showtime” de los 80, también entró en el Salón de la Fama, y este reconocimiento le servirá para ver retirado su número 21 por los Lakers el próximo 13 de enero en el descanso del partido frente a San Antonio. Por cierto, un Coop muy querido en L.A. pues a su exitosa etapa como jugador se puede añadir sus años como entrenador de Los Angeles Sparks de la WNBA a las que dirigió a dos títulos (2001-2002).
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