Buscar en BA-LON-CES-TO

lunes, 16 de febrero de 2015

Historias de un Entrenador de Formación (13): jugando con un equipo superior

Por Jorge

Hace algunas semanas escribí un texto acerca de cómo se puede actuar en el baloncesto de formación cuando un equipo es muy superior a otro, y sin machacar al adversario, seguir progresando y mejorando. Incluso me atreví a proponer alguna medida que evitara esas desigualdades que muchas veces vemos en las canchas de juego.

Hoy escribo para hablar de la situación contraria. Que se puede hacer cuando un equipo es notablemente inferior técnica y sobre todo físicamente. Hace varias semanas me toco vivir un partido en el banquillo desde ese lado y esto es lo que ocurrió.

Pongámonos en antecedentes, el equipo que entreno siempre jugó antes una competición menor en la que incluso a pesar de que sus condiciones técnicas y físicas eran mejorables podían ganar algunos partidos. Ahora se juega otra competición también menor pero con un poco más de nivel. Entrenamos poco más de una hora, un par de días a la semana, aquellos que vienen a entrenar si no faltan por tener que estudiar (eso dicen ellos) o por cualquier otro motivo… y sólo en una canasta (sí, tal cual leen).

Para el partido frente al equipo muy superior, nosotros, cadetes de primer año jugábamos contra chavales en apariencia de segundo año por tamaño y desarrollo físico, que además nos doblaba en número de efectivos. Nosotros somos nueve (luego se incorporaron dos chicos más) y para ese partido nos presentamos con seis. Uno era baja por estar de viaje, otro por estar enfermo, y el tercero es un infantil que si no juega con su equipo (cosa que hacía ese día) nos echa una mano. Incluso al final acabamos el partido sólo con cuatro debido a una pequeña lesión y a la salida del partido de otro por cinco faltas personales.

El calentamiento estuvo bien, bueno, todo lo bien que puede ser un calentamiento cuando dispones sólo de un balón. Todos nuestros partidos los jugamos como visitantes en esta competición incluso cuando aparecemos como locales en el calendario. En los pabellones no dan balones para el equipo adversario y hasta ahora sólo un equipo rival viendo nuestra situación se digno a dejarnos algún balón más. El caso es que por más que se les dice a los chavales que lleven sus balones de casa, un triunfo es conseguir que tengamos uno… y que bote (parece de risa, pero en una ocasión ni botaba).

Retomemos el partido. Tras ese calentamiento llega la salida para iniciar el partido. Las instrucciones son claras. Poner energía y tratar de llevar a la práctica las cosas que se entrenan durante la semana: bote agresivo por ambos lados (utilización de la mano/lado no dominante), cambiar balón de lado en bote o pase, trabajar para recibir, dar distancia en defensa evitando que nos rompan en bote, cerrar el rebote, y poco más. El caso es que el equipo contrario salió en tromba y gracias a su superioridad física consiguió muchas canastas dentro de la zona, bien tras rápida recuperación del balón o por rebote ofensivo. Curiosamente su entrenador aplaudía y reconocía con cierto entusiasmo unas canastas que desde mi punto de vista no tenían mucho mérito, e incluso me llamó la atención el tan manido uso de los bloqueos directos (no muy bien ejecutados, por cierto) pese a que no distinguí buen manejo de balón (no digamos ya con mano no dominante), por no hablar del poco o nulo uso del tiro exterior tras pase, bote y paradas, y otros detalles técnicos que bien pudo aprovechar para practicar.

Inicialmente viendo como éramos apabullados y ante las caras de impotencia de los chavales fui pidiendo varios tiempos muertos para descansar y alabar sus intentos de botar y pasar mejor para a continuación hacer hincapié con cierta vehemencia (que no bronca) en que no podíamos agachar la cabeza (entendible hasta cierto punto), animándoles a continuar intentándolo con más energía y concentrándonos en los detalles que practicamos en los entrenamientos.

Y a partir de ahí me desgañite en la banda reconociendo todos esos intentos pese a que muchos fueran fallidos, animándoles y haciéndoles ver que en algún momento se estaba jugando bien pese a que no se estaba consiguiendo anotar o evitando que anotaran. Insistí que nuestro triunfo ese día era intentarlo sin salirnos de la línea que viene marcada desde los entrenamientos porque de nada sirve conseguir canastas o ganar partidos si realmente no se mejora y se aprende para los siguientes.

En estos casos conviene centrarse en pequeños objetivos que estén por encima del resultado aprovechando el partido como si fuese un entrenamiento más pensando en los que estén por venir esa temporada y posteriores insistiendo en lo que se van trabajando día a día: trabajo de recepción para poder circular el balón, bote agresivo para romper las defensas y poder anotar o doblar el pase, posición defensiva, etc.

Las caras por supuesto fueron cambiando, y ya en la segunda parte eran conscientes de cual era nuestro objetivo y más vista la superioridad rival. Se pusieron manos a la obra, e incluso cuando tenía que corregir algunos de sus errores (no cambiar el balón de lado botando con la mano no dominante, por ejemplo) eran conscientes, lo entendían y lo seguían intentando.

Recuerdo una defensa de un saque de fondo, en la que conseguimos defender cara a cara sin dejar que metieran el balón dentro de la zona y que tuvieran que sacar hacia fuera que fue un pequeño éxito para nosotros siendo más listos, y es que donde no llegan nuestras habilidades o nuestros físicos, si puede llegar nuestra cabeza, y esa es una lección que luego compartir con ellos al final del partido.

Para un entrenador no es fácil aguantar sin dejarse arrastrar por la situación deseando que acabe cuanto antes un partido así, sobre todo cuando las caras apesadumbradas de los chavales cortan cualquier esperanza lejos de transformarse al menos en cierto ímpetu en el juego, y aun perdiendo se haga con el orgullo que debe acompañar a todo equipo.

Situaciones parecidas vivo a veces también en entrenamientos de manera que no hay año que en alguna ocasión no suelte a mis equipos la “amenaza” de que si esa desgana que muestran en ocasiones (como si les diera todo igual) no desaparece y demuestran mejor actitud la próxima vez les dejaré un balón para que jueguen un rato y yo me agarraré un libro o me pondré a leer un periódico como si no fuera conmigo la cosa. Por supuesto eso nunca ocurre porque por mucha apatía que se me pueda transmitir no está en mi carácter mirar para otro lado. Puede que a los jugadores les de igual, a mi no. Está en mi forma de ser, seguir perseverando y corrigiendo aquellos detalles que son necesarios para mejorar, por pequeña que sea esa mejora.

No sé si en aquel partido actué correctamente y abierto estoy a recibir comentarios y sugerencias para mejorar y hacer frente a una situación similar si vuelve a repetirse, ahora bien, a juzgar por su caras de atención en los tiempos muertos, y sobre todo al final, creo que les quedó clara cual era la enseñanza que pretendí inculcarles: siempre máximo esfuerzo y concentración aunque el rival sea superior (también si fuera inferior), aprovechar para mejorar técnica y tácticamente por pequeños que sean los detalles que se puedan practicar, y entender que el resultado no determina que se haga bien o mal, porque como leí en una ocasión, a veces se gana y… otras se aprende.

Los chavales desconocen la existencia de este blog y de hacerlo no sé si se pararán a leer estas palabras que sin embargo están dedicadas a ellos. Cabeza alta y a seguir entrenando para mejorar. Ese día el marcador fue adverso pero demostrasteis que cuando ponéis toda la energía y concentración que tenéis siempre ganáis, diga lo que digan los números del acta.

El éxito en la vida y el deporte no consiste en ganar siempre, sino en no darse por vencido nunca. Los resultados puede que sean la única vara que mida el éxito para otros, pero para quienes conforman un equipo, el triunfo debe venir marcado por la actitud que se toma en cada entrenamiento y partido con la idea de mejorar y disfrutar durante el camino.

2 comentarios:

Marcos dijo...

no hay cosa q más me repatee que el típico entrenador que al ver a su equipo superado por el adversario se sienta con cara de mala hos ...y tira la toalla dejando de hablar, pedir tiempos ni dirigir a su equipo.
Por lo que he observado suelen ser encima los que más berrean, insultan y ...menos saben de baloncesto.

p.d.
Yo creo q si te apuntas al programa ese de "basketlover" igual te dan un dinerillo para balones o algo, porque, macho, estáis en precario, precario ... ;-)

Jorge dijo...

Si una función tiene que tener clara cualquier entrenador es la de ser alguien que ayuda a los chavales a mejorar, e incluso en una situación como la que describo, por muy mal que esté un partido.

No nos vendría mal esos balones que comentas Marcos, pero no sé si al final los chavales acabarían por llevarlos a los partidos :)

Saludos Marcos.

Publicar un comentario

Bienvenido a BA-LON-CES-TO.

¡Muchas gracias por hacer tu comentario!