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viernes, 2 de junio de 2017

Historias de un Entrenador de Formación (17): a vueltas con la educación

Por Jorge

No sé si será la edad, que me estoy haciendo mayor, o que cada vez doy más importancia a cosas que a priori menos tienen que ver con el deporte propiamente dicho, y sí más con el comportamiento y la educación en general.

El caso es que me he visto en un par de situaciones que me han obligado a “tirar de galones” para afear determinados comportamientos de mis jugadores que a mí me parecen maleducados, aunque tal vez no para según que ocasiones. Me explico.

En una competición escolar, para los partidos a disputarse fuera de nuestro instituto, tuve que viajar con los jugadores en transporte público, y éste no va precisamente vacío, por lo que la presencia de un grupo de jóvenes, por momentos escandalosos, no pasa desapercibida. Y menos cuando se dedican a utilizar palabrotas a troche y moche sin ningún sentido ni necesidad (me reitero sobre lo que escribí acerca del lenguaje y el comportamiento social de algunos en otro momento), y para más inri, en medio de sus diatribas alguno soltaba un molesto “profe” para dirigirse a mí y preguntarme yo que sé, que cuántas paradas quedan para llegar a nuestro destino.

Como podrá suponer el lector los colores y la vergüenza asomaban a mi rostro cuando delante del resto de viajeros me veía en la tesitura de contestar, y de sentirme entonces a ojos del resto de viajeros como parte responsable del comportamiento de tales jóvenes. Y no eludo mi responsabilidad, pero teniendo en cuenta sus edades, y que apenas llevaba varias semanas con ellos, me parece que dicha responsabilidad se dejó de ejercer hace tiempo con ellos por parte de otras personas.

Me gustaría saber que tipo de lenguaje utilizan en su día a día, no ya en clase, que imagino que será similar, sino en familia. Y me imagino que la situación será la misma, y me da pena.

Lógicamente no me atreví a reprender ese tipo de lenguaje delante de los demás, por temor a que fuera contestado, que seguro que habría sido lo más probable, y esperé a llegar al instituto donde jugábamos para antes de empezar hacer un aparte y recomendar que debían hablar y comportarse en público con educación para demostrar a los demás su saber estar y sus buenas maneras. No sé si caló muy hondo mi pequeño blablablá, pero en los siguientes viajes con un comentario previo bastó para que su comportamiento fuese mejor, demostrando que si quieren, también pueden ser educados.

La otra situación de carácter educativo que he vivido recientemente, tiene que ver con el banquillo de un equipo femenino, y la manía de que algunas jugadoras se sienten en el suelo (habiendo espacio en el banco) o que lo hagan de cualquier manera (cruzando las piernas sin apoyarlas en el suelo).

Sé que esto parecerá una tontería, y desde luego no diré que es muy importante, pero si tuve que afear el comportamiento de alguna de las jugadoras, además de por la imagen del equipo, porque sentándose de cualquier manera no dejaban espacio a otras compañeras, y lo cierto es que también era una manera de dejar claro que una cosa es lo que haga en su casa o con sus “colegas”, y otra bien distinta lo que hagan con el equipo.

No sé cuales serán los objetivos que se marcan otros entrenadores, pero entre los míos está comportarse con educación y deportividad siempre, y en especial más si cabe cuando se juega fuera de nuestro campo por la mencionada imagen. Y sí, sé que no me tendría porqué importar lo que piensen de nuestro equipo, pensarán algunos, pero al final la vida y la educación son hábitos, y si te comportas correctamente en todo momento, al final no dejarás de hacerlo siempre, o al menos sabrás distinguir cuando te puedes comportar de un modo (la manera de sentarse como en este caso) y cuando de otro.

No escurro el bulto porque sé que parte de la educación que se inculca depende de personas como nosotros los entrenadores, que no somos profesores como tal (de ahí que no me guste que me llamen “profe”), aunque en cierto modo ejercemos como tales. Y como bien se dice, la educación de los jóvenes es responsabilidad de toda la tribu.

Por supuesto aunque me parece que situaciones como las descritas me temo que son habituales, también hay excepciones notables de jóvenes bien hablados, o que saben qué decir o cómo hablar delante de otros adultos, y que también saben sentarse y comportarse con un mínimo de decoro en lugares públicos.

2 comentarios:

Celia dijo...

Llego un poco tarde para comentar esta entrada, pero no he querido dejar pasar la oportunidad de decirte que estoy completamente de acuerdo contigo.

Hoy día no se prioriza entre los jóvenes ciertos valores y comportamientos que en otros tiempos eran considerados indispensables en la educación de cualquier niño.
El mal ejemplo de algunos medios de comunicación y la permisividad de los padres podrían ser dos de las principales causas de esta tendencia.
Pero el problema es que también está de moda ser maleducado: hablar dando voces, utilizar palabras malsonantes... En definitiva, tratar de imponerse con cierta agresividad a los demás.

En mi trabajo trato a diario con niños y adolescentes y sé por experiencia que algo podemos hacer los docentes. Tratarlos con empatía dándoles una guía firme es imprescindible. Pero también debemos creer en ellos.
Puede que nuestro voto de confianza hacia ellos caiga ahora en saco roto, pero seguramente en un futuro les servirá para ser adultos más maduros.

Un saludo, Jorge!

Jorge dijo...

El mayor de mi apoyo para ti, Celia, que como docente padeces muchos de los problemas educativos que se arrastran de las familias en tu trabajo, pues la educación (y en particular la tan necesaria disciplina, bien entendida, claro) parte primero del núcleo familiar.

Ánimo y gracia as por tu trabajo. Saludos.

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