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sábado, 23 de mayo de 2020

Baloncesto en Cine y TV (30): "El último baile"

Por Jorge

Aviso que las siguientes palabras sobre la serie documental “The Last Dance” (El último baile) pueden contener algún detalle que quizás destripen su contenido para aquellos lectores que no la hayan visto. Hecha esta advertencia, escribo sobre mis impresiones y el debate generado entre la gente del baloncesto.

“El último baile” está disponible en la plataforma de Netflix y consta de 10 episodios que relata que sucedió en el último curso de Michael Jordan en los Chicago Bulls (1997-1998). Además se repasan otros momentos de su carrera y de otros protagonistas del equipo de aquella temporada.



Michael Jordan

Jordan es el protagonista absoluto del documental hasta el punto que si se emitió ahora fue gracias a su visto bueno una vez que se cumplieron una serie de condiciones fijadas por él. Y todo y con eso parece que no le faltaba razón cuando avisaba de que quizás los aficionados iban a cambiar la visión que tenían de él una vez que vieran el documental, porque éste muestra una cara b de Jordan que no todos conocieron en su momento.

Muchos deportistas profesionales, especialistas, y aficionados ven como normales las formas que tenía de ser con sus compañeros, vehemente y exigente hasta el punto de llegar a las manos en algún caso (con Steve Kerr, por ejemplo). Quienes defienden ese comportamiento se escudan en que los grandes deportistas sólo alcanzan la cima gracias a ese nivel de exigencia consigo mismo y con los demás.

Discrepo que sea necesaria esa manera de actuar cercana al “buylling”, y hasta enfermiza a la hora de motivarse llegando a inventarse piques que realmente no existieron (el caso de LaBradford Smith). El liderazgo con el ejemplo en los entrenamientos y partidos, y también con las palabras (y los gestos y silencios) en determinadas ocasiones me parece que bastan para exigir la concentración y esfuerzo necesarios para conseguir los objetivos deportivos.

También llama la atención que sus enfrentamientos fuera con jugadores “menores” con quienes tenía muy poco que perder alguien de su nivel deportivo. Y es que tenía claro a quienes podía presionar y a quienes no, como parece que le dejo claro una temporada antes (1996-1997) el también legendario Robert Parish cuando compartió vestuario con él.

Continuando con la imagen que se muestra de Jordan, muchos personajes públicos son tomados como modelos de conducta, y eso también le pasó en su momento a él gracias a sus habilidades en el baloncesto y a su popularidad por las numerosas campañas publicitarias que protagonizó. Todavía vivimos tiempos en los que a muchos les cuesta separar al deportista de la persona, y una cosa es tomarlo como modelo de juego, y otra muy distinta por su comportamiento fuera de la pista. No olvidemos que todos, los deportistas excelentes también, son de carne y hueso.

En cuanto a su vida fuera de las pistas todos conocimos sus problemas con el juego, avalados en buena medida por su inmensa cuenta corriente, y que también aparecen en el documental, sorprendiendo que sea incapaz de reconocer su ludopatía justificándose por su afán competitivo. Por cierto, ese problema con el juego parece que se lo “contagió” a sus hijos mayores, como cita Antoni Daimiel, reputado comentarista del baloncesto NBA en España, en un reciente capítulo de “Colgados del aro” (a partir del minuto 01:54:45).

Por terminar con el Jordan deportista, cuando estaba en activo todos queríamos imitar su manera de jugar. Y bien que aprovechó eso uno de sus patrocinadores en una campaña publicitaria. Ahora bien, aquella imitación no sólo lo era por su juego, también por su estilo. Por ejemplo en mi caso tengo que reconocer que en alguna ocasión jugué con su característica muñequera roja en el antebrazo izquierdo. Por no hablar de quienes jugaban con algún modelo de sus zapatillas o con alguna camiseta para parecer más molón y hasta pensar que así jugaban mejor.

Seguro que todavía hay chavales, y no tan chavales, que siguen imitándole y hasta puede que algunos se animen a hacerlo ahora a raíz del éxito de este documental. Esperemos que no vayan más allá, y también lo hagan en su manera de comportarse con amigos y compañeros de baloncesto. Esa competitividad sólo es entendible, aunque insisto que a mi juicio no deseable, cuando tienes el nivel que él tenía jugando al baloncesto.

En cualquier caso parece que no era tan fácil ni divertido ser como él tal y como se ve en uno de los capítulos que muestra un rodaje (de uno de esos vídeos que luego comercializaba la NBA) donde se le ve hastiado de repetir una y otra vez una toma buscando la perfección. Por no hablar de esas secuencias en las que se le ve perseguido y agobiado por aficionados y periodistas.

Otros protagonistas

Como en toda película el documental tiene héroes y villanos. Y entre los primeros algunos salen mejor parados que otros. Por ejemplo Scottie Pippen queda marcado por aquella acción decisiva de un partido en la que se negó a jugar porque Phil Jackson marcó la jugada para Toni Kukoc. Mientras que si bien se muestra la particular conducta de Dennis Rodman, en su caso sí se reconoce su categoría e importancia en el funcionamiento de aquel equipo. También salen bien reconocidos Phil Jackson y Steve Kerr, aunque por sus trayectorias como entrenadores no lo necesiten.

El villano por excelencia desde el principio es Jerry Krause, director deportivo que construyó aquel equipo de los Bulls, y del que no parece que guarde muy buena opinión el propio Michael Jordan. Eso sí, hay que reconocer que pese a ser la superestrella que era y por muchas que fueran las discrepancias, Jordan no dejó de ser un ejemplo a la hora de centrarse en jugar, y no en forzar una salida del directivo, algo muy típico del deporte de hoy.

Por desgracia Krause falleció en 2017 y no podía defenderse en este documental, pero ese mismo año ingresó en el “Hall of Fame”, reconocimiento que demuestra la categoría de su trabajo, y para cuya ocasión la NBA elaboró un vídeo retrospectivo de su carrera en el que muchos de los miembros de aquel equipo (Jordan no, por supuesto) ensalzaron su figura.



Los deportistas de elite a veces no reconocen la realidad debido a la nube en la que viven debido a su grandeza, y les cuesta ser conscientes del descenso de su nivel. Para eso están los directivos y entrenadores, que a veces se equivocan, por supuesto, pero que tienen que lidiar con la dura tarea de ver más allá del presente y pensar en la renovación de los proyectos deportivos. Y en este caso ese papel le toco a Jerry Krause, y sólo por eso se le toma, injustamente para mí, por el villano de la película.

En el documental Jordan deja entrever que aquel equipo podría haber ganado otro título la temporada siguiente, y ahora algunos aficionados le dan la razón. Tengo mis dudas. Ese equipo alcanzó su punto más alto aquel curso 97-98 ganando al límite. No dudo de que hubiese sido competitivo como para ser candidatos a ganar el campeonato otra vez, sus posibilidades hubiesen tenido, pero no habría sido fácil y ni mucho menos estaba garantizado.

Mejor jugador de la historia

Como dije, cuando Jordan jugaba no había cancha a la que te acercabas en la que no vieras a alguien imitando sus movimientos. Y aunque muchos se parecieron, sólo uno, al que se le hace un guiño en uno de los capítulos, fue su mejor imitador: Kobe Bryant. Algo por lo que es "condenado" por muchos. ¿Qué tiene de malo tratar de jugar como uno de los mejores jugadores de la historia? Para otros, sin embargo, fue una versión mejorada del astro de Chicago, y seguramente sea así.

Cualquier pretexto es bueno para volver a sacar la discusión de quien es el mejor jugador de la historia, y de si se jugaba mejor antes de lo que se juega ahora, y este documental volvió a destapar este debate.

Si alguien espera que dé una opinión categórica al respecto puede saltarse este apartado. Todos los aficionados tenemos nuestros favoritos, pero decidir quién fue el mejor siempre será un ejercicio de baloncesto ficción porque es muy difícil, por no decir imposible, definir criterios objetivos que determinen una elección como esa, y porque también es muy difícil comparar objetivamente el baloncesto de diferentes épocas.

¿Es el juego un criterio objetivo para discernir al mejor de la historia? No. En los orígenes del baloncesto no se jugaba como en los 70, los 80, los 90 ni por supuesto como en el siglo XXI. Para mí con el paso del tiempo el juego evolucionó a mejor y siguiendo esa idea los jugadores de ahora serían mejores. Pero sólo es mi opinión.

¿Es el palmarés un criterio objetivo para decidir quién es el mejor jugador de la historia? Podría ser, pero no olvidemos que por ejemplo los premios de MVP son concedidos por periodistas, es decir, de manera subjetiva, y no pocas discusiones se generó entre los aficionados con algunos que se dieron a lo largo de la historia. Además el premio de mejor jugador de las finales se empezó a dar en 1969 y no para los más de veinte equipos anteriores que fueron campeones.

La mayoría de los aficionados para este tipo de elecciones nos decantamos por aquellos jugadores que nos llegaron al corazón cuando nos aficionamos al baloncesto, y eso nos lleva a idealizar unas épocas frente a otras, y así por ejemplo esto hace que algunos consideren que el baloncesto de los 90, el que se ve en el documental, como más “duro”, y por tanto que quien jugaba entonces podría hacerlo ahora con igual o mejor resultado porque lo toman por más “blando”. Tengo mis dudas por no decir que eso no sería así. Ahora el baloncesto se juega de otra manera. El ritmo de juego es mucho más rápido (¿se fijaron que las anotaciones de los partidos de esos maravillosos Bulls de Jordan en muchas ocasiones estaban por debajo de los 90 puntos?), el rango de tiro cambió, antes se tiraba menos de tres (la mayoría del tiro exterior de aquellos Bulls era de media distancia), cambiaron algunas reglas, y en definitiva, es otro baloncesto.

Así siguiendo con esta idea de la evolución del juego, los mejores jugadores de la historia fueron en su día, probablemente, George Mikan, Bill Russell, Wilt Chamberlain, Kareem Abdul-Jabbar, el “Doctor J”, Larry Bird y “Magic” Johnson. Y cuando Jordan alcanzó su esplendor baloncestístico pasó a ser él el mejor jugador de la historia… de ese tiempo o hasta ese momento. Luego su puesto lo ocuparían Tim Duncan, Shaquille O´Neal, Kobe Bryant, LeBron James… y veremos quienes serán los siguientes: ¿Stephen Curry? ¿Kevin Durant?

Independientemente de esa teoría evolutiva y de mis preferencias (para mí, Jabbar siempre será el mejor), disfruté del juego de Jordan como todos, y sigo haciéndolo cuando vuelvo a ver sus partidos y sus reportajes, y animo a que todos los aficionados lo vean. Los jóvenes para conocerlo si no lo hicieron (difícil) y los veteranos para volver a disfrutarlo. Su técnica, su capacidad atlética, su conocimiento del juego, el hecho de jugar en los dos lados de la pista a gran nivel, y especialmente por su elegancia en cada uno de sus movimientos sobre la pista, hacía que no me perdiera uno de sus partidos y que siempre estuviera pendiente de él cada vez que salía por la tele.



Valoración final

Antes de cerrar la valoración sobre “El último baile” quiero aclarar que cuando se jugó aquella temporada 97-98 ya era aficionado al baloncesto, especialmente al de la NBA, y no precisamente como niño ni tan siquiera como joven adolescente, sino que ya llevaba varios lustros siguiendo la liga (en la medida que se podía hacer entonces) pendiente de cuanta información nos llegaba a los aficionados. Hago esta advertencia porque mi juicio no es el de alguien que se queda asombrado por el descubrimiento de un jugador y personaje como Jordan, sino el del alguien que ya sabía de qué iba la película.

Por supuesto que recomiendo el visionado de este documental, incluso para quienes como en mi caso vivieron aquella temporada en su momento, y a pesar de que el 90% de lo que se cuenta y del baloncesto que se ve, lo conocimos y lo vimos. Siempre gusta recordarlo y poder ver algunas interioridades de vestuario que en aquellos tiempos era más difícil de conocer porque no estábamos en la era de internet con youtube y las redes sociales.

Por cierto, al final del documental una periodista da más valor a la figura de Jordan porque en su momento no estaba engrandecida por esas redes sociales que ahora apuntan a cualquier detalle de los jugadores, y no estoy de acuerdo. Cierto que internet sobredimensiona todo cuanto pasa ahora, pero Jordan también jugó en su época con la ventaja de ver aumentada su carisma y popularidad (y su fortuna todo sea dicho) gracias a la televisión (y el cine, no olvidemos la película “Space Jam”) y la publicidad, convirtiéndose en un icono reconocible en el mundo entero hasta hoy.

Y si bien recomiendo verlo, me sorprende el excesivo entusiasmo que generó el documental, no sé si motivado por el “mono” que ha supuesto la ausencia de baloncesto en directo por culpa del coronavirus, hasta el punto de alcanzar una gran valoración a la que a mi juicio no llega. Y no porque dude de su buena factura y realización, que me gustó que no se siga una secuencia lineal de la historia haciendo saltos en el tiempo para revisar determinados temas, por ejemplo, pero me parece que faltan más testimonios críticos y de algunos rivales, y tampoco habría estado mal que hubiese tenido más baloncesto inédito teniendo en cuenta además el minutaje excesivo con el que cuenta, por mencionar sólo un par de pegas.

A mí me parece que son mejores documentales para los aficionados algunos de los que forman parte de una serie de la ESPN denominada 30 for 30 y que se realizaron con motivo del trigésimo aniversario de esta cadena, repasando acontecimientos deportivos destacados entre 1979 y 2009, lo que permite saber de temas y personajes menos conocidos pero igual de interesantes o más, y que por supuesto también incluye muchos capítulos dedicados al baloncesto, como por ejemplo uno sobre la rivalidad entre Lakers y Celtics (Best of Enemies).



Y sin ir muy lejos, en España gracias a “Informe Robinson” también podemos disfrutar de reportajes deportivos que aunque lejos del carácter cinematográfico de los documentales, por enfoque y sobre todo por duración, también tienen calidad (y muchos dedicados también al mundo del baloncesto), y tocan el corazón del espectador en multitud de ocasiones.

2 comentarios:

Mo Sweat dijo...

Hola, Jorge.

Bueno, a la postre este documental servirá para demostrar a los chavales más jóvenes, esos que nunca lo vieron jugar en su época y a los que siempre les ha llegado esa imagen tan icónica y mitificada de His Airness, como era MJ en realidad, porque no se puede llegar a ese nivel de competitividad enfermiza, casi sobrenatural, siendo una hermanita de la caridad.

Puede que Jordan sea el mejor jugador de todos los tiempos, y si no poco le falta, pero nunca fue buena persona y eso es algo que demuestran un montón de datos, desde la nula relación que tiene con la mayoría de otras superestrellas de su época, la mala relación que tiene incluso con varios de sus excompañeros o multitud de anécdotas acerca de vaciles, "trashtalkings", desprecios, etc. a montones de compañeros y excompañeros. Siempre se ha dicho lo de "héroes con pies de barro" y MJ es el ejemplo perfecto de ello, por su infinita magnitud como héroe.

Saludos.

Jorge (alerotirador) dijo...

Bueno Mo, todo el mundo tiene sus aristas y Jordan no iba a ser menos. Seguro que es buena gente... pero como jugador no creo que sean muchos los que quisieran tener un compañero como él. Eso sí, todos queríamos verle jugar, y no dejaremos de verle siempre.

Abrazos.

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