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viernes, 23 de abril de 2021

Lectura de Baloncesto en las Bibliotecas

Por Jorge

Qué mejor día que el del libro para recomendar la lectura de alguno relacionado con el baloncesto. Pero esta vez, y a diferencia de años anteriores que siempre se invitó a la lectura de algún libro de actualidad o de reciente edición, BA-LON-CES-TO quiere recordar que las bibliotecas como esos paraísos que decía Borges, albergan algunos tesoros para divertimento y conocimiento de los aficionados al baloncesto.

Sin perjuicio de poder acudir a una librería para comprar un libro de baloncesto, y en este blog se pueden encontrar muchas opciones, contaré la última experiencia baloncestista que viví con la lectura de un libro gracias a una biblioteca.

No olvidemos que no podemos comprarnos todos los libros que queremos por falta de espacio y por motivos económicos, y para evitarnos algunas decepciones, por lo que es buena idea leerlos previamente gracias a una biblioteca, y si nos gustan, entonces sí, comprarlos para volver a consultarlos, releerlos y en definitiva disfrutarlos otra vez.

Además, en ocasiones las bibliotecas permiten que tengamos disponibles algunos libros cuya existencia desconocíamos, de reciente edición pero sobre todo “antiguallas” que nos sirven para conocer detalles del baloncesto de otro tiempo y así aprender un poco más de su historia.

En ese segundo grupo se enmarcar el libro que presento aquí, y que encontré por casualidad buscando en el catálogo informático de una biblioteca utilizando el genérico término de “baloncesto”.

“Mundobásket 86, Ferrol, 5-10 de julio”

Esta obra fue editada por el Club de Prensa de Ferrol con texto de Antonio Barros Senín, y fotografías de José Mauriz Collado. Y es el número 26 de “Cadernos FerrolAnálisis”, una publicación monográfica que ofrece una visión del mundo ferrolano, y que en este caso hizo parada en aquel evento deportivo que forma parte de la historia de la ciudad con motivo del por entonces veinticinco aniversario de su celebración.

Ferrol fue una de las sedes de de aquel mundial (primero que se celebró con 24 equipos), única que no era capital de provincia, junto a Barcelona, Madrid, Málaga, Oviedo, Santa Cruz de Tenerife y Zaragoza. Allí se jugó la fase previa del grupo B que estaba compuesto por las selecciones de Angola, Australia, Cuba, Israel, URSS y Uruguay.

Como toda obra de estas características, tiene abundantes datos y así se recogen las condiciones que se exigían en las bases para la concesión como sede de una fase previa, en las que se detallaban incluso el número de máquinas de escribir (30) de la sala de prensa así como la necesidad de reservar un espacio en el recinto deportivo para la venta de los balones oficiales del campeonato, y otro para el caso de objetos de recuerdo y demás material.

Y como es lógico, en ese sentido tanto dato produce errores en la redacción como el que aparece cuando se repasan los equipos participantes en Ferrol, y en la página 25 llegado el caso de la selección uruguaya que jugó este mundial, se hace referencia a su jugador más importante como que “era el jugador del Mobilgirgi Caserta, y compañero del gran cañonero carioca Óscar, subcampeón de liga y copa en Italia aunque se rumoreaba que podría perderse el mundial español por desavenencias de tipo económico con su federación, algo que finalmente no sucedió aunque estuvo en Ferrol sin estar”. ¿Quién fue aquel jugador? Tal vez se trataba de un acertijo porque se resuelve en páginas posteriores cuando es nombrado en varias ocasiones. Ese jugador fue Horacio “Tato” López.

También aparece información sobre la “Revista OAR”, publicación unida al Club Baloncesto OAR, siglas que por cierto significan Organización Atlética Recreativa, y que era el equipo más importante de la ciudad de Ferrol (desapareció en 1996), que en aquella época jugaba en la máxima categoría del baloncesto español, la liga ACB. La revista nació en julio de 1984 e incluyó durante su andadura información sobre el mundobasket.



Otra revista de baloncesto citada por sus referencias a la sede de Ferrol serán “Zona de Basket”, que fue la publicación oficial del torneo, y en la que se hizo constar que se televisarían 35 partidos del campeonato, y sólo dos de los jugados en tierras gallegas: URSS-Cuba y Cuba-Uruguay, lo cual quiere decir que más allá de algún resumen puntual, sólo pudieron disfrutar del baloncesto que se jugó allí aquellos afortunados que pudieron estar en “A Malata”, pabellón ferrolano que se terminó de construir en 1982 y cuyo primer partido oficial de baloncesto celebrado allí fue entre las selecciones femeninas de España y Cuba en mayo de 1983. El OAR jugaría su primer partido oficial en septiembre de 1984.



En el libro hay un “pequeño galimatías” con los nombres de algunos jugadores de entonces pues al legendario Sabonis se le nombra como Ardidas (y no Arvydas), pero es que a Dorom Jamchi también se le menciona como Gamchi, y a Kurtinaitis también se le nombra como Kurtinaytis.

Una información llamativa recogida sobre aquel mundobasket es la que se refiere a las actividades para la formación de entrenadores que se hicieron a lo largo del país (no en Ferrol) y destaca el clinic que se hizo en Madrid con la presencia de K.C. Jones, entrenador de Boston Celtics, Bobby Knight, entrenador de la universidad de Indiana, “Lolo” Sainz, entrenador del Real Madrid, y Pete Newell, entrenador de la selección estadounidense que ganó el oro olímpico en 1960 y famoso por sus campus destinados al trabajo de los hombres grandes.

Fichas técnicas con los anotadores de los partidos y la relación de personas que formaron cada delegación de los equipos que jugaron en Ferrol completan los datos del libro, así como unas palabras de Juan Fernández, presidente del OAR, que fue uno de los impulsores principales de la candidatura de Ferrol como ciudad mundialista.

Mencionar el interés que tiene también el libro por algunas anécdotas como la referida a los lituanos de aquel equipo soviético que fueron los que solían saltarse los controles de estricta seguridad que había en su hotel de alojamiento para ir a la playa o salir a tomar algo, el interés de algún jugador angoleño por la lotería primitiva, o incluso la referencia a que fuese uno de los primeros campeonatos donde fue importante la aportación estadística que llevó a colaborar a algunos entrenadores con los departamentos de informática de IBM, encargados de su recopilación, para mejorar en lo posible que esa estadística se correspondiese fielmente con lo que pasaba en los partidos.

Sin duda, lo mejor del libro es la galería fotográfica sobre los partidos jugados en Ferrol, pero en general la obra merece la pena, al igual que todas las de este estilo, porque recupera otros tiempos y sirve para recordar y conocer parte de la historia del baloncesto.

Animo a todos a leer baloncesto, y espero que este ejemplo presentado sirva de aliento para acercarse a las bibliotecas (y a las hemerotecas con sus archivos de revistas) para conseguir lecturas de ahora y de antes para conocer más y mejor nuestro deporte.

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