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jueves, 16 de febrero de 2023

Una opinión diferente sobre la minicopa

Por Jorge

Hoy comienza el mejor torneo de baloncesto del mundo (sí, para mí, del mundo mundial): la Copa ACB. Sin embargo, ayer ya empezó su versión infantil, la minicopa, con la participación de ocho equipos de canteranos de clubes ACB como Barcelona, Real Madrid y Joventut.

La primera edición se celebró en 2004 en Sevilla, y desde entonces fue creciendo el seguimiento mediático del torneo fruto de la expectación que genera porque en su momento participaron jóvenes que al final llegaron a la élite. Ojo, la minoría, pues son más los que se quedan por el “camino”.

Ese crecimiento mediático no me gusta. ¿Es necesario conocer los nombres de los jóvenes que conforman las plantillas de los equipos participantes? ¿Deben tener el “privilegio” de perder días de clases a esas edades para asistir a este torneo (para qué tantos partidos)?

El lector puede intuir cuál es mi respuesta a esas preguntas. Chavales en edad infantil deben disfrutar del juego, y hacerlo en condiciones similares a las del baloncesto profesional seguro que es una experiencia fabulosa, pero siempre que se haga con cuidado y lejos del foco mediático que puede hacerles daño si pierden el norte, es decir, si se consideran por encima del resto de chavales de su edad por estar disputando un campeonato como este, cuando sus objetivos no deben ir más allá de estudiar y mejorar su baloncesto como jóvenes aficionados.

No me cabe duda de que los clubes participantes y las familias hacen un gran trabajo en la dirección adecuada, pero aún así es llamativo el crecimiento del “circo” que se monta alrededor, y más allá de ver personajes del baloncesto en las gradas de sus partidos como jugadores, exjugadores, entrenadores y periodistas, seguro que también habrá agentes deportivos (y hasta ojeadores NBA que vengan a ver la Copa de los “mayores”). Y eso seguro que no es fácil de asimilar. Y, no me canso de insistir, no olvidemos las edades de estos jóvenes, a quienes no les hace bien un exceso de presión que pueda hacer que no disfruten del juego, que es lo más importante.

Dicho todo lo anterior, alguien puede pensar que estoy en contra de este torneo (y otros similares), y no es cierto, del todo. Simplemente hay que tener claro qué es lo importante, y lo demás son tonterías. Así se podría hacer una balanza con los bueno y con lo malo de una campeonato así.

Malo:
La personalización demasiado temprana sobre chavales tan jóvenes (¿es necesario destacar jugadores públicamente con el premio MVP? No digamos ya del uso de las estadísticas). Si no fuera imposible acabar con los galardones, tal vez sería mejor un premio al jugador más solidario por esfuerzo y deportividad, o al mejor estudiante por alguna actividad educativa paralela al torneo.

Presión innecesaria por el seguimiento mediático que se hace, que mal llevado, puede ser una losa para unos jóvenes deportistas que no deberían cargar en su mochila con piedras que ya tendrán tiempo de llevar encima en el futuro.
br /> La mayoría de los entrenadores conocen cuál es su función a estas edades, pero siempre se observan casos de algunos que pregonan la necesaria formación deportiva de los jóvenes, pero luego durante los partidos sólo juegan los “buenos” o utilizan tácticas que tal vez no sean las más apropiadas a estas edades, hasta el punto de que a veces se observan demasiadas similitudes entre el baloncesto que desarrollan y el de los equipos profesionales, algo que me parece un sinsentido. No sé quien dijo una vez, que quienes pronto juegan como profesionales en el futuro jugarán como niños, y viceversa. Es decir, a veces se echa en falta más cancha abierta, más riesgo defensivo, más juego de uno contra uno arriesgando y lejos de limitaciones tácticas.

Parecido a lo anterior es el caso de las madres/padres, que la mayoría entienden en qué consiste este torneo, pero luego llegan los partidos y se escuchan abucheos a chavales o protestas a los árbitros por parte de minorías que hacen mucho ruido y mucho daño alejándose del espíritu deportivo que debe imperar en un campeonato así.

Por supuesto, esa pérdida de espíritu por la búsqueda de la victoria a toda costa quizás se deba a rivalidades de procedencia “profesional” que quizás se podría evitar si el torneo en lugar de disputarlo equipos canteranos de clubes ACB, lo hicieran clubes o colegios de barrio, modestos y en clara fase de aprendizaje, donde lo importante está más lejos de ganar, y para quienes este escenario si sería un verdadero premio.

Bueno:
Jugar contra, a priori, grandes jugadores de su edad en un gran marco deportivo siempre es un aliciente, y me imagino los nervios y las ganas de estos jóvenes, para quienes la experiencia puede ser enriquecedora.

Disfrutar como aficionados del sano ambiente de la Copa ACB, que además en este caso se celebra en una de las cunas del baloncesto español, Badalona, que respira este deporte por todos sus poros todos los días del año. Ganar o afianzar aficionados siempre es positivo.

Las posibilidades tecnológicas permiten que otros muchos chavales puedan ver cómo juegan otros chicos de su edad. Y eso también puede ayudar a los entrenadores para servirse de la técnica y táctica individual que se vea durante el torneo para utilizar el vídeo con ánimo de enseñar y motivar a sus jóvenes jugadores. Pues a veces muchos piensan que la técnica de los superestrellas mundiales es muy difícil de hacer, y en estos partidos seguro que se pueden ver gestos de mucha calidad que podrían servir de ejemplo para todos esos jóvenes que juegan a lo largo y ancho del país.

Minicopa sí, pero no de cualquier manera. Vista como una oportunidad de afianzar la afición por el baloncesto a esas edades está bien, más allá de eso, me parece excesiva la atención mediática que reciben tan pronto, y más en tiempos de redes sociales donde todo se magnifica, para bien y para mal… Eso sí, quiero destacar para bien la viralización del caso de un joven deportista que pese a ser diabético demostró en la fase previa de este torneo que se puede hacer deporte, y ese puede ser un ejemplo para otros chavales que se encuentren en una situación similar.

No será fácil, pero animo a todo el mundo a ver algunos partidos a través del canal de youtube de la ACB para disfrutar del juego con ojos de aficionado, centrados en el presente y lejos de pensar en un futuro difícil de adivinar y que no sabemos qué deparará. En definitiva, intentar mirar estos partidos como miraríamos los que se juegan en la cancha del parque de cualquier barrio, por pura diversión.

2 comentarios:

Félix dijo...

Una muy interesante reflexión. Yo hasta ayer, y por el bombo que le daban a que Wenbanyama jugase hace unos años, no sabía que esta competición se estuviese jugando ahora en paralelo a la Copa de la ACB que tanto disfruto. Así que, por una parte, esa exposición mediática sirve para atraer miradas hacia ese baloncesto de base, promocionando además talento nacional (que tristemente me parece que cada vez le cuesta más hacerse hueco).

Por otro lado, el Campeonato de España de Clubes que se juega al final de las temporadas regulares regionales me gusta mucho más como elemento formativo. Juegan los ganadores de las ligas regionales, lo que permite que no sólo los equipos top se beneficien de la experiencia. Eso te da que hay emparejamientos en los que un equipo apisona al otro, sí, pero en las fases finales tendrás una igualdad similar a la de la Minicopa. Así, tienes muchos más chavales jugando y viendo jugar a los mejores jugadores de su edad, aprendiendo sus mañas y motivándose para seguir aprendiendo.

Jorge dijo...

No sé Félix, pero el talento nacional no sale en la élite porque los entrenadores son unos "cagones", porque existir existe, de lo contrario no se sacarían medallas en categorías de formación muchos veranos.

No sigo los campeonatos de clubes que seguro que son un espectáculo. Por otro lado, hay que recordar que se puede seguir el baloncesto de chavales, de colegios y barrios (que es el mayoritario) dándose una vuelta por los pabellones cada fin de semana en grandes ciudades y provincias.

Saludos.

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