Buscar en BA-LON-CES-TO

martes, 2 de diciembre de 2025

Cromos de BA-LON-CES-TO (7): Emiliano y Buscató

Por Jorge

Nunca me cansaré de animar a recordar el pasado del baloncesto para conocer su historia. Porque llegamos hasta aquí gracias a lo que hicieron otros antes, cuando las condiciones eran otras, cuando el juego era otro, y siempre hay que hacerlo desde el agradecimiento, porque aquellos y su tiempo permiten que sigamos disfrutando del baloncesto.

Durante la temporada 2007-2008 se realizaron diferentes actividades por parte de la ACB con motivo del 25 aniversario de su creación (3 de marzo de 1982), y un jurado eligió los 25 mejores jugadores de la historia del baloncesto español (también los 5 mejores entrenadores y árbitros). Y entre esos jugadores se reconoció a dos leyendas de los años 60 y primeros 70: Emiliano y “Nino” Buscató.

En el curso siguiente (2008-2009) se creó una colección de cromos de la ACB a cargo de la editorial Panini, entre los que se incluyeron aquellas 25 leyendas con estos dos míticos jugadores españoles.

Buscató
Buscató jugo en la liga española en varios equipos destacando los diez años que pasó en el Joventut de Badalona (1964-1974), donde incomprensiblemente no está retirado su dorsal número 10, después de ser pieza importante de los primeros éxitos del club verdinegro: la liga de 1968 y la copa de 1969. También ganaría otra liga y copa en el Barcelona en 1959.

Jugador “pequeñito” (1,78), destacó por su velocidad y tiro, convirtiéndose en uno de los mejores bases nacionales de su época, y también a nivel europeo (7 veces en la selección europea). Con la selección española tuvo el récord de internacionalidades (222) muchos años y participó en Juegos Olímpicos y Eurobaskets, donde el mayor éxito fue la medalla de plata de Barcelona 1973. Y es miembro del “Hall of Fame” del baloncesto español desde 2022.

Después de su etapa como jugador pasó a los banquillos y puede que ahora sea conocido por algunos como comentarista radiofónico de la SER en los grandes eventos baloncestistas.

Emiliano
Emiliano empezó en el baloncesto en el Águilas de Bilbao, pero su etapa exitosa fue en el Real Madrid (1960-73), tiempo en el que consiguió 12 ligas, 9 copas y 4 copas de Europa.

Con la selección (176 veces internacional) participó en numerosos campeonatos donde consiguió algunos logros individuales como ser elegido el mejor jugador del Eurobasket de 1963 y máximo anotador del de 1965, formando también parte del combinado que consiguió la plata europea de 1973.

Al igual que Buscató, también formó parte de la selección europea (6 veces) y está en el “Hall of Fame” del baloncesto español desde 2019. Además entró en el “Hall of Fame” de la FIBA en 2007. Actualmente es el presidente de honor de la sección de baloncesto del Real Madrid.

Lecciones con… Emiliano y Buscató
En las últimas semanas los medios de comunicación hablaron mucho del aniversario de la “restauración” monárquica y del final del franquismo, y aquí toca hablar de los 50 años que se cumplen de un programa televisivo de baloncesto: “Lecciones con… Emiliano y Buscató”.



El programa estaba dirigido al público infantil y juvenil con la idea de enseñar los conceptos más importantes del baloncesto, bajo la dirección de Fernando García Tola,que debía ser aficionado al baloncesto en esa época en la que entró en la televisión pública como guionista y creador de programas de éxito, y que tendría su mayor reconocimiento en los años 80, como rostro habitual de la pantalla en programas como “Si yo fuera presidente”.

Además de las explicaciones de Buscató y Emiliano, en los programas aparecían todo tipo de invitados que analizaban detalles del juego: Wayne Brabender, Aíto García Reneses, Vicentes Ramos, Juan Antonio Corbalán, Clifford Luyk, Rosa Castillo… y entrenadores como el mítico seleccionador español, Antonio Díaz-Miguel, Chus Codina, Josep Lluís Cortés… y hasta el legendario comentarista, Héctor Quiroga.

Leer más

domingo, 23 de noviembre de 2025

Curiosidades de BA-LON-CES-TO: Cary Grant y la baloncestera

Por Jorge

La lectura puede ser fuente de placer y entretenimiento, y a veces, hasta de conocimiento, aunque sea sólo en forma de alguna curiosidad. Y en este caso voy a rescatar la que me llegó mientras leía el libro “Traigan los caballos vacíos” de David Niven (Noguer, 1976).

Para aquellos que no sepan quien es el autor, Niven fue un elegante actor británico, ganador del Oscar a la mejor interpretación en 1959 (“Mesas separadas”), que sería muy conocido entre el gran público por ser el protagonista de la primera película de “La pantera rosa” (1963), y sobre todo por hacer el papel de Phileas Fogg en la primera adaptación cinematográfica de “La vuelta al mundo en 80 días” de Julio Verne en 1956, junto al inolvidable Cantinflas (Passepartout).

En el libro repasa los años que pasó en Hollywood desde mediados de los años 30, y recoge anécdotas y vivencias relacionadas con todo tipo de personajes legendarios de la historia del cine: productores, directores, y por supuesto, actrices y actores. Y cuando habla de su amigo Cary Grant, cita de pasada una relación de este con una actriz que fue jugadora de baloncesto: Ljubica Otašević.

Ese pasaje me llamó la atención pues nunca había leído nada al respecto de esa relación de uno de los galanes míticos del cine. Y como aficionado “friki” al baloncesto me llevó a mirar por internet sobre esa "actriz baloncestera".

Yugoslava nacida en 1933, Otašević jugó en el Estrella Roja en dos etapas, desde 1951 hasta 1954 y entre 1955 y 1957. Entremedias jugó en la liga italiana, en el Necchi Pavia. Y hasta la FIBA referencia su participación en los Eurobasket femeninos de 1954 y 1956.

Su carrera como actriz empezó como doble de cuerpo de Sofía Loren para la película “La llave” (1958), y esto sería decisivo para que Cary Grant tuviera interés en ella, pues apenas había terminado un “affaire” con la italiana, y al enterarse de que la yugoslava era muy parecida a ella, quiso conocerla. Y parece que quedó prendado hasta el punto de llevársela a Hollywood y contratarla a través de su productora para intentar relanzar su carrera.

La relación fue breve y ella tampoco despuntó como actriz, rodando apenas tres o cuatro películas más, para acabar casada con un millonario del que acabó recibiendo notables dividendos tras un acuerdo de divorcio.

Así pues, ni fue gran actriz ni a juzgar por sus estadísticas en los Eurobasket que jugó una gran jugadora de baloncesto. Sin embargo, en la película serbia “We Will Be the World Champions” (2015) que narra la historia del origen de la escuela yugoslava de baloncesto, y que tiene como evento principal la final del mundial de baloncesto de 1970 disputada entre yugoslavos y estadounidenses, se reservó un pequeño papel para interpretar a la actriz baloncestera.

Leer más

domingo, 16 de noviembre de 2025

El lagunero opina… 2025-2026 (II): inicio optimista con alguna duda (10-4: 4º oeste)

Por Jorge

El inicio de curso viene marcado para Lakers por la ausencia de LeBron James, y pese a todo el balance en este momento es más que optimista con el equipo entre los mejores del oeste, y pensando que además existe margen de mejora para cuando vuelva la leyenda.

La duda viene porque sólo dos “suplentes” (Jake LaRavia y Jarred Vanderbilt), fueron capaces de jugar todos los partidos (14), y el ritmo tan exigente que provoca molestias, lesiones y sobrecargas no hace que bajen los minutos de juego de los jugadores más importantes.

Tres apuntes positivos
Cualquier aficionado habría firmado este balance positivo antes de comenzar la temporada sabiendo que LeBron no iba a poder jugar, y que tanto Luka Doncic como Austin Reaves se iban a perder cuatro y tres partidos cada uno.

Los tres partidos decididos por 5 puntos o menos, es decir, en el “clutch time” que dicen los "yankees", cayeron del lado angelino: en Minnesota (115-116), en Memphis (112-117) y contra los Spurs (118-116), lo cual habla bien de cómo se decide bajo presión.



El balance contra equipos en puestos de playoffs es de 5-3 destacando la última victoria en Milwaukee (95-119) en el segundo partido de un “back to back” que cerraba la primera gira fuera de L.A. (3-2), y con la notable aportación del banquillo (10 de 16 en tiros de campo).

Y, por último, se ganaron los dos partidos jugados de “Copa”, el ya citado contra Grizzlies y otro en New Orleans (104-118) en una desangelada pista de los Pelicans que no se llena ni para ver a los Lakers, que mantienen intactas las opciones de clasificación para los cruces del torneo copero.

El asterisco
También hay que comentar algún detalle negativo para que los seguidores angelinos no se vengan arriba, e invitarles a la reflexión.

Como por ejemplo la derrota sin paliativos en Atlanta (122-102) contra unos Hawks que jugaron sin la mayoría de sus mejores jugadores (Trae Young, Jalen Johnson, Kriptaps Porzingis y Nickeil Alexander-Walker), y otra en Oklahoma (121-92) contra los vigentes campeones, unos Thunder que no dieron opciones pese a jugar sin dos titulares (Jalen Williams y Luguentz Dort), y en los que Shai Gilgeous-Alexander anotó 30 puntos en 29 minutos, casi los mismos que Doncic (19) y Reaves (13) juntos en 33 y 30 minutos respectivamente.

Y es que hablando de minutos, Luka es el jugador de la liga que más minutos juega: 37 por partido. Y Reaves le sigue de cerca (más de 36). Y ese es un desgaste que luego puede pasar factura…

Minutos y salud para el futuro
Nikola Jokic y Shai, jugadores vitales para sus equipos y que están en las quinielas por el MVP no llegan a 34 minutos de juego por partido, al igual que Giannis Antetokounmpo, paradigma del jugador que tiene que hacer casi todo para que su equipo gane partidos.

A pelo puede que no parezca mucha la diferencia, pero trasladados a futuro después de, pongamos por ejemplo una temporada de 75 partidos jugados, esos 3-4 minutos de más son como “sumar” 6-7 partidos con los riesgos que eso supone en deportistas que llevan su cuerpo al límite cada noche.

¿Necesitan jugar tanto los denominados jugadores franquicia (y las “segundas” y “terceras espadas”) renunciando a rotaciones más largas que pueden ser beneficiosas a futuro?

El aficionado europeo (y más concretamente el español) más veterano puede que recuerde la llegada de George Karl al Real Madrid a inicios de los 90 (cursos 89/90 y 91/92). El entrenador estadounidense, ya entonces con amplia carrera en la NBA (que luego mejoró llevando incluso a Seattle Supersonics a la final en 1996), llamó la atención en la ACB por sus cambios continuos frente a un baloncesto que venía de jugar con no más de 6 ó 7 jugadores cada partido. Karl no tuvo mucho éxito en el baloncesto español (aunque él siempre recuerda con agrado esa etapa) pero contribuyó a instaurar un planteamiento que parece a todas luces efectivo a medio y largo plazo.

Tal vez, ahora le tocaría el turno al baloncesto NBA retomar esa estrategia si no quieren que los mejores jugadores lleguen “fundidos” al final de temporada, una constante que se viene repitiendo asiduamente de un tiempo a esta parte, con equipos que mediado el curso renuncian a cualquier posibilidad de jugar playoffs por culpa de una planificación mejorable, y otros que llegando, lo hacen con el peaje de ver a varios de sus jugadores en el fondo del banquillo... lesionados.

Cualquier aficionado angelino se alegra ahora de ver en pista a Doncic, Reaves (y esperemos que en breve, a James), pero esta “dopamina” inmediata puede convertirse en un problema si no se dosifica el tiempo de juego para llegar en buenas condiciones cuando se afronten los momentos decisivos de la temporada.

Y es que duele ver las rotaciones “pactadas” independientemente del rendimiento (da igual si fallan más que “una escopeta de feria”), y no digamos cuando esas “estrellas” se mantienen en pista cuando el partido está decidido (para bien o para mal) sin ningún sentido.

No estaría mal que algún “plumilla” preguntase a Doncic qué le parece jugar tanto tiempo, y si estaría dispuestos a “renunciar” a media docena de minutos de juego cada noche para mantenerse en mejor disposición de cara al futuro. Creo que tengo clara cual sería su respuesta… pero puede que me equivoque.

Leer más

martes, 11 de noviembre de 2025

Partidos interminables (2ª parte)

Por Jorge

Continuando con la duración excesiva de muchos partidos del baloncesto FIBA que comentaba en la última entrega del blog, ahora toca analizar con más detalle tiempos muertos, revisiones arbitrales y tiros libres. Y plantear alguna posible solución al respecto para reducir los parones de juego y que este sea más fluido para evitar que convirtamos el baloncesto en un deporte del que sólo ver los "highlights".

Tiempos muertos
Antiguamente cada entrenador disponían de un tiempo muerto por cuarto. Ahora son dos en los dos primeros y tres en los dos últimos, más otro por cada prórroga extra que se juegue. No parecen muchos, pero si a esos se añaden los tiempo muertos de televisión que vinieron para quedarse…

¿Son realmente necesarios tantos tiempos muertos? Y vaya por delante que lo dice un entrenador, pero si uno se fija bien, y a riesgo de equivocarme, la mayoría de ellos son innecesarios e improductivos. Muchas veces vemos, o esa impresión tengo, que después de un tiempo muerto en el que el entrenador se desgañita con todo tipo de instrucciones, todo se va al garete porque el sacador de banda o fondo la pifia, o quien lleva la pelota se la bota en el pie o da un pase errático que se pierde. Ahora que hay estadísticas para todo, tal vez las haya del porcentaje de éxito de una jugada tras tiempo muerto, pero insisto, me parece que debe ser bajo.

Conclusión, ¿por qué no reducir los tiempos muertos de entrenador a uno en la primera parte y dos en la segunda?

Como esa posibilidad se antoja que sería difícil que se acepte entre el gremio de los entrenadores, vayamos con la duración del tiempo muerto, que según se dice en el artículo 18 de las reglas oficiales, será de un minuto comenzando “cuando el árbitro hace sonar su silbato y realiza la señal de tiempo muerto” y que “finaliza cuando un árbitro hace sonar su silbato e indica a los equipos que vuelvan al terreno de juego”.

Animo a cualquier aficionado a tomar cronómetro en mano el tiempo que pasa desde que se para el juego hasta que se vuelve a reanudar. Fácil dos minutos y normalmente más, y si por minuto de tiempo muerto consideramos sólo las instrucciones que dan los entrenadores, igualmente se supera ese tiempo, y tampoco hace falta contarles tantas cosas a los jugadores... porque además es contraproducente.

Al respecto de esa duración excesiva de los tiempos muertos, las interpretaciones del reglamento dicen que “los equipos deben regresar sin demora al terreno de juego después de que el árbitro haga sonar el silbato. Si un equipo se excede más de un minuto, está obteniendo una ventaja al prolongar dicho tiempo muerto y está ocasionando también un retraso en el partido. Un árbitro debe comunicar un aviso al primer entrenador de ese equipo. Si el primer entrenador no reacciona al aviso, se cargará otro tiempo muerto al equipo infractor por retrasar el partido. Si el equipo no dispusiese de más tiempos muertos, puede sancionarse al primer entrenador una falta técnica por retrasar el partido”.

¿Alguien recuerda alguna sanción de este tipo en algún partido? Más allá de algún aviso, no recuerdo ninguna, sólo lo vi en partidos de formación. Así que no estaría de más un mayor control y que se empezase a sancionar todas estas pérdidas de tiempo.

Revisiones arbitrales y pedidas por los entrenadores
Lo que en su momento fue visto como todo un adelanto aprovechando la tecnología para revisar las jugadas dudosas, ahora se ve con otros ojos cuando dichas revisiones se aplican a casi todo. Basta con pasarse por el apéndice F del reglamento para ver que la casuística es tan amplia que hace que cada partido esté lleno de revisiones continuas que aburren a los espectadores y cortan el ritmo del juego, especialmente cuando se demoran por más tiempo del que parece necesario.

Además a las revisiones arbitrales “de oficio” tenemos que añadir las solicitudes de cada entrenador, que según las reglas FIBA “puede solicitar solo una durante un partido, independientemente de si le es favorable o no”. Por cierto, en la liga ACB se va más allá, y cada entrenador tiene dos opciones, y si encima “acierta”, mantiene esa opción. Y la única restricción es que en los dos últimos minutos de partido y subsiguientes prórrogas, sólo dispondrá de una petición aunque no hubiese “gastado” antes ninguna.

Total que entre unas cosas y otras el tiempo que se va en revisiones es excesivo (no estaría mal hacer un estudio al respecto) y ese dato podría mejorar reduciendo todas las situaciones susceptibles de revisión así como el número de peticiones de los entrenadores.

Entiendo que una jugada dudosa al final de un partido igualado lleve al uso de la revisión de vídeo porque cuando el resultado está muy ajustado, una decisión errónea puede desnivelar el marcador para un lado, y ayudarse de la tecnología en ese caso parece razonable.

Sin embargo, vuelvo a decir aquí como dije tantas veces y no me cansaré de hacerlo, los árbitros pueden equivocarse, y jamás, sí, jamás, serán culpables de la derrota de un equipo. ¿Cuánto fallan los jugadores porque hacen una mala selección de tiro? ¿Cuántos tiros libres fallan en un partido? ¿Cuántos errores defensivos cometen facilitando una canasta sencilla al adversario? ¿Cuántas veces equivoca un entrenador su estrategia de partido o sus cambios? Y así podíamos seguir “ad eternum”, pero la culpa de una derrota parece que sólo puede ser del trío arbitral. Pues no. Y no digo que no me queje a veces o que no acepte que se puedan lamentar los entrenadores, jugadores y aficionados. Pero no, insisto, la culpa nunca es ni será de los árbitros o al menos exclusivamente de ellos.



Aprovecho aquí para otra digresión recordando el estupendo nivel que tienen (a mi juicio) los árbitros españoles (especialmente de la ACB), cuya calidad se aprecia cuando luego se ve el arbitraje de otras competiciones internacionales y hasta de la NBA. Y demasiada paciencia tienen, por cierto, como podemos ver y escuchar en esos vídeos que a veces nos ofrecen de sus actuaciones, con todos los jugadores y entrenadores “comiéndoles la oreja”, que otros por menos estarían “disparando” técnicas a diestro y siniestro cual pistolero del salvaje oeste, y que tal vez convendría que hiciesen, para que no termine por irse un paso más allá y que les rodeen, zarandeen y se rían de ellos en su cara como pasa recurrentemente en ese otro deporte que todos sabemos.

Volviendo a las pérdidas de tiempo de las revisiones arbitrales, me parece que una posible solución para reducirlas estaría en que sólo se pudiera acudir a ellas en los últimos cinco minutos de partido y prórrogas, siempre que el marcador tenga una diferencia de 5 puntos o menos. Y quizás añadir sólo las situaciones de tiempo en finales de cuarto para asegurar que una canasta o falta fue en tiempo.

Alguien puede decir que tampoco es para tanto revisar una fuera de banda o fondo en cualquier otro momento de partido, pero para eso ya existe como existió, una posibilidad, y es que si hay dudas, salto entre dos. Y así que vuelvan las “luchas” que me parece que eran momentos que agradaban a los aficionados, y que ahora no se ven en las competiciones FIBA (sí en la Euroliga), no se sabe muy bien porque motivo (¿problemas para lanzar la pelota arriba?).

Estos ajustes significará que luego a posteriori se reconozcan errores. Pero igual que aceptamos los errores de los entrenadores y los jugadores, aceptemos los de los árbitros. Pero dejemos que el juego fluya, o por lo menos que no sea interrumpido continuamente.

Tiros libres
El excesivo número de tiros libres que se lanzan en algunos partidos no es fácil de cambiar. El juego fue aumentando su nivel físico y en algún punto se tiene que parar, de tal manera que cobrar faltas es inevitable, aunque es verdad que a veces sorprende que algún mandoble no sea castigado y luego algún roce termine en la línea de tiros libres. Pero claro, nadie está a salvo de equivocarse.

Una posible solución para reducir el tiempo de los tiros libres es que se pase a tirar sólo uno, tanto para faltas sancionadas con dos tiros como por tres en los casos de las cometidas durante un tiro triple. Así ese tiro si se encesta valdría dos o tres puntos sin opción a más lanzamientos.

Esa medida puede ser excesiva especialmente para los malos tiradores de libres (que uno tiene la sensación de que va en aumento), pero a lo mejor les serviría de acicate para “trabajar” en su mejora. En todo caso, se podría estudiar que sólo se aplique en los tres primeros cuartos o durante todo el partido excepto en los últimos cinco minutos y posibles prórrogas, donde se volvería al “método tradicional”.

Como puede que esta solución para reducir el tiempo de los tiros libres sea difícil de aceptar por la mayoría, acudamos otra vez al reglamento como lo hicimos para los tiempos muertos. Y es que según el artículo 43 que es el referido a los tiros libres, se dice que el tirador “lanzará el balón antes de 5 segundos desde que el árbitro ponga el balón a su disposición”. Aquí vuelvo a reclamar al aficionado a que tome cronómetro en cualquiera de los partidos que vea, para comprobar que el tiempo que cada jugador dedica a cada uno de sus tiros libres está más cerca de los 10 segundos que de los 5. ¿Es necesario tanto tiempo para realizar una rutina de tiro libre? Evidentemente no.

Entonces, si en los saques de banda o fondo el árbitro que cede la pelota al sacador hace una cuenta de tiempo con su brazo, y si se llega a los cinco segundos la posesión pasa al otro equipo, pues que se haga igual con los tiradores de libres, anulando el lanzamiento, y hasta si me apuras, eliminando la posibilidad de lanzar el segundo o tercero de una serie de dos o tres tiros libres. Así veríamos como la gente se adapta a hacer un tiro “normal” fuera de algunos rituales excesivos.

El “jefe” de la NBA hizo hace poco unas declaraciones sorprendentes sobre que da igual que ahora no se vean los partidos completos, y que con ver resúmenes o alguna jugada ya está bien. Y no digo que no se pueda recurrir a veces a los “highlights” porque en una era en la que se tiene acceso a prácticamente todos los partidos, ni hay tiempo para verlos todos, ni es necesario hacerlo. Ahora bien, si no queremos reducir el baloncesto a un deporte seguido sólo por poco más de media docena de jugadas, se deberían tomar medidas para que los partidos duren lo que deben y no se alargan hasta el infinito por circunstancias que poco o nada tienen que ver con el juego.

Leer más

domingo, 2 de noviembre de 2025

Partidos interminables

Por Jorge

Hace algunos años, y puede que todavía para muchos, una queja habitual acerca del visionado de la NBA estaba en la duración excesiva de sus partidos. Tiempos muertos por doquier, interrupciones para todo, para que las televisiones metan sus anuncios, para que los patrocinadores se luzcan en la pista con todo tipo de juegos para entretener al público, y en definitiva para redondear todo un espectáculo que va más allá del baloncesto, que en realidad era, y debe ser, lo que interese a los aficionados.

Ahora, aquella “maldición temporal” que sufrían los que veían partidos NBA en directo se trasladó al baloncesto FIBA… pero sin completar el añadido de “espectáculo” que rodeaba aquella excesiva extensión temporal. Así, raro es el partido de ACB, Euroliga o cualquier otra competición internacional que no supere las dos horas, copiando aquí lo del tiempo muerto de televisión, y con parones continuos que no dan mucha fluidez al juego. Y no digamos ya si al tiempo de partido (40 minutos reglamentarios) sumamos el calentamiento y prolegómenos iniciales para quien lo vive en la cancha o las reflexiones y análisis previos de quien lo mira por la televisión.

Recuerdo que un reconocido e histórico comentarista español de la NBA dijo una vez cuando hablaba de la queja de algunos sobre la duración de las buenas películas, que si realmente lo eran no tenía sentido ese lamento, y que a él no le molestaba esa supuesta duración excesiva, más bien al contrario, si tan buena es, cuanto más dure… mejor. Y no es mala reflexión que se puede aplicar para otros entretenimientos. Aquellos a los que nos gusta leer, por ejemplo, tenemos en común esos libros que nos atrapan desde el principio, y que de buenos que son (al menos para nosotros), llegamos a un punto en el que los leemos poco a poco deseando que no se acaben nunca.

La misma idea se podría aplicar al baloncesto. Si el partido es bueno da igual si dura más de dos horas… siempre que sea de juego, claro, porque por desgracia estamos asistiendo a partidos que tienen más de “extras” que de juego real. Y ya no digamos cuando el partido es menos bueno (para mí nunca hay partido malo porque siempre se pueden sacar “detalles” de calidad), entonces, alguno seguro que se queda con la sensación de que perdió su tiempo.

En esta época de exorbitante oferta de entretenimiento (y a la “carta”), y también de falta de atención y paciencia, que la duración de los partidos se alargue tanto muchas veces, sobre todo cuando no se debe propiamente al juego, seguro que no ayuda para enganchar a nuevos aficionados, y hasta para mantener a los que ya lo son.

Un partido puede ver alargado su tiempo “normal” con parones de todo tipo. Por todas esas revisiones arbitrales de “motu proprio” de jugadas a las que luego sumar las que son pedidas por los entrenadores. Algunas de las cuales, vistas por televisión a través de múltiples ángulos, parece que llevan más tiempo del que realmente sería necesario.



También tenemos el aumento de los parones que son fruto de los lanzamientos de tiros libres, que cada vez parece que se tiran en más ocasiones. Por ejemplo, en la pasada jornada número cuatro de la liga ACB se lanzaron una media de 50 tiros libres por partido, muchos me parecen a mí. Y en este punto permítaseme la digresión para referirme a esa queja, también común en muchas pistas, de esos entrenadores o jugadores que miran al marcador para “señalar” a un árbitro que se les pitó X número de faltas y al otro equipo ninguna o menos. Basta ya. Vale, que en un juego tan físico como este parece raro que en un lado de la pista se den más faltas que en el otro, pero ¿es posible? Por supuesto. Aún así no dejaremos de escuchar en rueda de prensa posterior a un partido los lamentos de entrenadores porque el otro equipo tiró muchos más tiros libres que el suyo. Como si tuviera que existir una regla no escrita de que se tienen que pitar tantas faltas para un equipo como para otro. Tonterías.

Volviendo a las paradas continuas del tiempo de juego o mejor dicho al aumento de la duración de un partido, el único caso aceptable es el de la igualdad que obligue a jugar prórrogas. Todo lo demás no es juego, es accesorio y no ayuda al divertimento si cada dos por tres hay interrupciones que alejan al aficionado. Demasiados tiempos muertos, demasiadas revisiones arbitrales y en definitiva ese poco control del tiempo que está fuera de los 40 minutos, extendiendo estos hasta el infinito y más allá, cuando lo importante debería ser mantener intacta la integridad del juego y tener en cuenta que el jugador (y el espectador) lo que quiere es eso: juego.

Continuará...

Leer más